Finalmente
se concretó la anunciadísima decisión de cesar a Jorge Gonçalves como técnico
de Peñarol. Una vez más es cuestionable la forma y el momento en que se toma la
decisión (http://manyahistoriasdenuestrahistoria.blogspot.com/2012/02/sobre-procedimientos-y-momentos.html).
En
estas mismas páginas manifestamos en su momento que no estábamos de acuerdo con
la designación de Gonçalves porque no era el momento para él (http://manyahistoriasdenuestrahistoria.blogspot.com/2013/10/finales-y-principios-la-hora-del-tito.html) y que el momento de Peñarol
necesitaba un técnico con mayor experiencia y carácter para enderezar un barco
que venía muy mal después de la conducción de Alonso.
Lamentablemente
se cumplió ese vaticinio y Gonçalves no fue capaz de encauzar el desastre
iniciado por su antecesor y no hizo más que profundizarlo. A la luz de los
resultados es difícil sostener que Gonçalves debía seguir.
Por
otra parte el propio técnico nunca se ayudó, dando declaraciones siempre fuera
de lugar y plagadas de soberbia, de espaldas a lo que todos veíamos, continuando la misma línea iniciada por
Alonso.
También
resultaría interesante saber cuánto influyó en el pensamiento de nuestra
directiva la nominación de Pelusso como técnico del tradicional adversario. Un
técnico con experiencia y ya curtido, seguramente también hizo tambalear la opinión
de la directiva acerca de nuestro bisoño técnico.
Ahora
bien, aun estando de acuerdo con el fondo de la medida, otra vez Peñarol se
equivoca en el momento y en la forma en que decide cesar a su técnico. El
momento era apenas finalizado el desastroso torneo apertura. Pero esta
directiva no se animó a hacerlo porque Gonçalves ganó el clásico y eso lo hizo
intocable en el mediocre pensamiento de nuestros dirigentes.
Una vez
que esa decisión no se tomó en ese momento, todo el resto está mal. Si no lo destituían
ahora, lo iban a hacer al primer traspié
sufrido en el Clausura, dado el escaso apoyo que tenía. Entre cesarlo ahora y
con el campeonato empezado, es mejor ahora. Cuando no existe la posibilidad de
tomar la decisión adecuada (que era cesarlo en diciembre) entre los males se
debe elegir el menor y ese momento es ahora.
Esto no
implica que no sea un mamarracho sacar un técnico 6 días antes de empezar un
campeonato. Para aumentar el despropósito de esta medida, se sabe que ya estaba
tomada desde el sábado a la mañana (a mí me aseguran que desde el viernes a la
noche) y lo sabía todo el mundo a través de las redes sociales. Lo que debemos
pensar es que esta cobarde directiva, lanzó el tema en forma mediática para
testear que resultado iba a tener a nivel de los hinchas en las redes y decidir
si lo cesaban o no.
A eso
ha llegado la forma retorcida en que se manejan nuestros dirigentes a la hora
de terminar relaciones contractuales con los técnicos. Se suma esto a la forma
desprolija y el momento inadecuado de la destitución de Gregorio Pérez y Diego
Alonso. A su favor tienen que los dos últimos técnicos que nos sacaron
campeones se fueron por su propia voluntad. Aguirre por más plata, dejándonos
tirados con un campeonato empezado y Da Silva porque no tuvo el temple de
sobrellevar la presión que implica dirigir a Peñarol.
Con
Gonçalves, una vez más y al igual que con la figura de Gregorio Pérez se ha
manoseado y ensuciado el nombre de un referente de la institución. Dos hombres
que en sus respectivas posiciones y momentos, le dieron mucho a Peñarol y son
hinchas a toda prueba. En ambos casos se les faltó el respeto y se los trató de
una manera que no merecen.
Por
otra parte, hace apenas unos días se designó a otra gloria del club como Paolo
Montero como técnico de la tercera división aurinegra, como si se pensara
cerrarle el paso a Gonçalves y que en caso de ser cesado como técnico principal
ya no estuviera vacante su cargo anterior.
De todo
lo antedicho, queda en evidencia que esta directiva continúa errando en la
designación de los técnicos, en el momento de cesarlos, en los jugadores que
trae, en los gerentes deportivos que elige, en los reclamos que hace (salir
solo a pelear contra la Conmebol y la Fifa), en meterse en el brete de construir
un estado que no necesitamos, etcétera.
La que
ha errado permanentemente y en diferentes ámbitos desde hace casi 15 años es la
directiva de Peñarol, primero dirigida por el Cr. José Pedro Damiani y luego
por su hijo Juan Pedro. Es esta directiva la que nos ha sumergido en la peor
debacle de nuestra historia y en el período más estéril en materia de
campeonatos ganados de nuestros 122 años de vida.
Esta
directiva no ha sido capaz de dotar a la institución de un proyecto deportivo
sustentable, que no dependa de los técnicos y dirigentes de turno y que nos
asegure triunfos presentes y futuros y una estabilidad económica e
institucional adecuada. Peñarol es por lejos el equipo más popular de este
país, el más ganador en toda la historia, el más reconocido a nivel mundial. Es
inconcebible que una institución de este porte haya tenido unos últimos 15 años
tan desastrosos.
Lo que
resulta más preocupante es que no se ve otra opción que muestre un proyecto y
capacidad para llevarlo a cabo. Quitando esta directiva, vendría quién?. Es una
pregunta que nos aterra no poder contestar porque no aparece nadie en quien se
pueda dejar un voto de confianza para sacar esto adelante.
Ahora
será el momento de escoger un nuevo técnico y quiera el destino que se tome la
decisión adecuada. Resulta claro que Peñarol no puede darse el lujo de seguir
experimentando, debe elegirse un técnico con experiencia, con personalidad y
con antecedentes que certifiquen su capacidad para hacer frente a este momento
tan complejo.
Por lo menos
nos queda la certeza de que no es cierto que en Peñarol las cosas no se
modernizan: antes a los técnicos los despedían por teléfono, ahora los cesan
por twitter.
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