Es un largo camino a Tipperary (It's a Long Way to Tipperary)
es una canción inglesa compuesta en 1912. Se hizo popular cuando las tropas
inglesas la adoptaron para acompañar sus marchas al frente de batalla durante
la Primera Guerra Mundial.
Parafraseando ese título, el camino de la vuelta de Peñarol
a primera división del basquetbol uruguayo ha sido largo. Estos días hemos
leído en algunas notas de prensa que hablan de 302 días desde que el equipo
empezó a disputar el torneo de la DTA hasta que se adjudicó el segundo ascenso
de El Metro. Pero en realidad el camino ha sido mucho más largo.
Siendo estrictos, comenzó en 1997 cuando el entonces presidente
del club, el contador José Pedro Damiani, decidió desafiliar al equipo. Desde
entonces, las diferentes propuestas para que Peñarol volviera a practicar este
deporte (segundo en importancia en nuestro país) fueron sistemáticamente
rechazadas por dicho presidente y su sucesor (su hijo Juan Pedro Damiani).
Durante casi 25 años, los que vimos a Peñarol ser campeón uruguayo y
sudamericano, nos quedamos sin equipo.
Aquellos a quienes les gustaba demasiado el básquet como
para no seguirlo, optaron por matar esa nostalgia simpatizando por otros
equipos, esperando y soñando que un día regresara su Peñarol. Nos consta por
amigos personales, que tuvieron que tomar este camino y que hoy, al verse
concretado este regreso, ya ni piensan en seguir a otros colores que los nuestros.
En lo que nos es personal, el día que Peñarol dejó de
participar, no volvimos a ver un partido de basquetbol. Porque sin ser más ni
menos hinchas que nadie, no concebimos alentar a otros colores que no sean el
oro y carbón. Nos sucede incluso en fútbol, donde si mañana Peñarol no
compitiera más, no podríamos buscar otros colores. Quien crea que es una
exageración, se equivoca (https://manyahistoriasdenuestrahistoria.blogspot.com/2014/06/penarol-por-sobre-todas-las-cosas.html).
El regreso de Peñarol al básquet fue un proceso que empezó
el mismo día que dejó de competir, en el anhelo de muchos que no podíamos
concebir que nuestra camiseta (tan gloriosa también en este deporte) estuviera ausente.
Una prueba de ello se dio en el año 2013 cuando con la
excusa de homenajear a los jugadores aurinegros campeones sudamericanos de
basquetbol de 1983 se organizó un partido entre Peñarol (que no tenía equipo) y
nuestro homónimo de Mar del Plata, uno de los grandes del básquet argentino.
La primera respuesta la dieron los jugadores profesionales
que se pusieron nuestra camiseta esa noche por el simple placer de vestirla.
Jugadores de la talla de Nicolás Mazzarino, Marcos Cabot, Mathías Calfani, Reque
Newsome, Nicolás Borsellino, Luis Silveira, Bruno Fitipaldo, Federico Bavosi,
Sebastián Izaguirre, Joaquín Osimani y Alejandro Pérez entre otros. Nos
dirigió, igual que en aquel sudamericano que nos vio campeones, el querido Víctor
Hugo Berardi.
La segunda respuesta contundente la dio la gente, que llenó
las tribunas del Palacio y alentó con fervor como si se tratara de un partido
oficial. Ambas cosas demostraron que el recuerdo de Peñarol en básquetbol no
estaba muerto ni mucho menos. La avidez por ver de nuevo a la oro y carbón en
una cancha era enorme y estaba más viva que nunca.
Contemporáneamente, un documental llamado “Raza de Campeones”
ponía en imágenes y testimonios el relato de aquella gesta del equipo mirasol campeón
federal de 1982 y sudamericano de 1983 y que se quedó con el tercer lugar en el
mundial de ese año. De este modo, muchas nuevas generaciones de hinchas
aurinegros tomaban conocimiento de la rica historia del club en esta
disciplina. (https://manyahistoriasdenuestrahistoria.blogspot.com/2013/11/raza-de-campeones.html)
Sin embargo, la directiva de la época, encabezada por Juan
Pedro Damiani se negaba a reinstaurar el básquet en el club. La propuesta que
hiciera en su momento la oposición fue denegada. El proyecto era bueno y tenía
como aval la participación del propio Berardi en su confección, pero el
presidente se mantuvo inflexible. Hubo que esperar a la llegada de una nueva
directiva para que el camino del regreso se comenzara a abrir.
Al presidente actual, el Dr Jorge Barrera, no le importó que el
proyecto viniera de otras tiendas políticas. Puso por encima el bien de la
institución y colocó al principal referente de la oposición, Marcelo Areco,
como presidente de la comisión de deportes del club, para que se encargara no
solo del básquetbol, sino de otro importante número de disciplinas donde Peñarol
comenzó a competir nuevamente a partir del 2018.
En lo que refiere al básquetbol, el proyecto era ambicioso.
Se proponía devolver al club a la división de privilegio en un año. Tomando en
cuenta que la tercera división (DTA) y la segunda (El Metropolitano) se juegan
seguidas en el calendario de la FUBB, imaginaba un Peñarol logrando el ascenso
en ambas categorías.
Primero se armó un equipo de excepción para disputar la DTA.
Llegaron al club Alejandro Pérez, el americano Brian Craig, Ignacio Guerra,
Maximiliano Botta, Damián Blazina, Diego Álvarez, Iñaki Erroizarena, Gonzalo
Rivas, Imanol Asaravicius y Juan Wenzel para conformar el plantel. Dirigidos
por Diego Castrillón con Luis Pierri como ayudante. El capitán era Alejandro “pepusa”
Pérez, uno de aquellos jugadores que en 2013 se había puesto nuestra camiseta
en aquel homenaje por el simple placer de lucirla. Estos hombres aceptaron el
desafío y el honor de ponerse la camiseta aurinegra después de 21 años de
ausencia.
Así, el 6 de octubre de 2018 Peñarol salía a la cancha del
Palacio a disputar su primer encuentro en esta nueva era. Y Peñarol fue una
máquina, ganó de corrido los 15 partidos que disputó y se consagró campeón con
una fecha de anticipación. El primer paso del proyecto estaba concretado.
Para El Metro, la cosa sería más complicada. Peñarol mantuvo
el cuerpo técnico y la base de plantel de DTA con Pérez, Blazina, Álvarez,
Erroizarena, Asaravicius y Wenzel. Contrató dos fichas nacionales de calidad,
Salvador Zanotta y Agustín Zuvich y sumó como ficha extranjera al
norteamericano Khapri Alston. Y de nuevo Peñarol arrancó para campeón ganando
sus primeros 4 juegos. Pero al quinto cayó ante Unión Atlética, lo que en su
momento parecía poco más que un hecho anecdótico.
Pero al otro día de terminado el juego, se supo que el
jugador Zuvich estaba implicado en un asunto de apuestas deportivas. Peñarol lo
separó inmediatamente del plantel con lo que perdió uno de sus mejores
jugadores. El equipo siguió ganando y pese a caer en algún otro juego (como
ante Larre Borges) quedó primero en la fase regular y arrancaba la liguilla con
ventaja de un punto sobre sus rivales.
Ganó el primer juego ante Colón, pero luego se conoció una sanción
de la FUBB que sin pruebas (reconocido por los propios testigos de la supuesta
falta) condenó a Peñarol con la pérdida de un punto y su derecho a jugar de
local. Al día siguiente, Peñarol cayó ante Larre Borges (el equipo que promovió
la denuncia que nos condenó sin pruebas) por un punto. De ahí en más, las cosas
se complicarían cada vez más.
A los pocos días, se conoció que el americano Alston que había sido figura hasta el momento, debía
dejar el club para irse a su país por un problema de salud de su hija. Jugó el
encuentro siguiente ante Miramar, pero estaba visiblemente afectado por su
situación familiar y terminó expulsado (en una decisión un poco exagerada de
los árbitros). Jugando sin su extranjero durante buena parte de encuentro,
Peñarol de todas maneras se terminó imponiendo esa noche por 89 a 82. Que luego
Miramar haya sido el campeón, enaltece aún más esa victoria aurinegra.
Peñarol se movió rápidamente para suplantar su ficha
extranjera y llego como reemplazo el americano Calvin Warner. No estuvo a la
altura. Mostrando un nivel paupérrimo de su extranjero, Peñarol cayó claramente
ante Cordón en el siguiente juego y ya no dependió de sí mismo para lograr el
primer ascenso.
La ganó a 25 de Agosto, pero volvió a caer ante Unión
Atlética. Peñarol ya no podía ser campeón, había perdido la chance del ascenso
directo y esa noche parecía que todo quedaba sellado. Se tomaron importantes
decisiones después de ese juego. Renunció el técnico Castrillón y se rescindió
el contrato de Warner.
Ya con Kogan como nuevo técnico y sin extranjero, Peñarol
cayó ante Tabaré en un partido que jugó para completar el calendario.
Se venían los play-off, última chance de ascender y Peñarol
llegaba golpeado de todos lados. Debía encarar esa fase decisiva con un técnico y un extranjero nuevos, con el equipo en bajada, sin una de sus mas importantes fichas nacionales y sin poder jugar de local por la sanción. Kogan tenía mucho que trabajar, sobre todo
desde el punto de vista anímico. Llego como extranjero el dominicano Juan
Guerrero y ya en su primer partido demostró ser muchísimo más que Warner.
Peñarol debía jugar con 25 de Agosto con ventaja deportiva de empezar 1 a 0.
Ganó el juego por 85 a 59 y pasó a semifinales.
Allí esperábamos encontrarnos ante Larre Borges y reparar en la cancha el daño que nos hicieron en la liga. Pero sorprendentemente, Colón lo eliminó y se convirtió en nuestro rival. Fueron dos partidos duros, cerrados, sufridos pero finalmente el aurinegro se impuso en ambos juegos por 70 a 67 el primero y 66 a 65 el segundo. Lo exiguo de los tanteadores dan muestras claras de lo complicadas que resultaron esas dos victorias.
Las finales eran ante Cordón, a quien le habíamos ganado apenas por un doble en la fase regular y nos había apabullado en la liguilla. A través de un acuerdo con el equipo albiceleste se dispuso que cada uno jugara un encuentro de local y si era necesario un tercer juego se disputara en campo neutral.
Para Peñarol no acababan los problemas porque antes del inicio de las finales, perdió a Blazina lesionado y no pudo contar con otra de sus fichas nacionales en la definición. Sin embargo, arrancó una victoria impresionante en el primer juego en cancha de Cordón venciéndolo por 72 a 64 y quedando apenas a un partido del ansiado regreso.
Estaba todo a pedir de boca. Definición en el Palacio, con su gente, donde Peñarol no había perdido ni un solo juego desde su regreso a la DTA. Casi 4.000 carboneros llenaron las tribunas aquella noche para ver a su equipo volver. El equipo fue ganando todo el partido y llegó a sacar una ventaja de 15 puntos. Pero no pudo ser. Faltando 12 segundos Cordón nos pasó por primera vez en el marcador y nos terminó ganando por 60 a 58.
El tercer partido iba a ser una batalla, donde el mas inteligente, el que leyera mejor el juego, el que cometiera menos errores, se llevaría el premio máximo. Y por buena parte del juego, pareció que ese sería Cordón. Peñarol jugó un pésimo primer tiempo (de lo peor que le vimos en todo el campeonato) y el albiceleste llegó a sacar 10 de ventaja. Sin embargo, Peñarol milagrosamente termina el primer tiempo solamente con 4 puntos de desventaja. Una diferencia que nos hacía precio para lo mal que habíamos jugado.
Pero en el segundo tiempo Cordón se quedó y Peñarol se creció. Pasa por primera vez en el juego faltando 5 minutos y 14 segundos y termina ganando el cuarto. En el último, Peñarol se mantuvo en ventaja, pese a no poder quebrar nunca a su rival y terminó consiguiendo el anhelado ascenso al vencer el juego por 61 a 54.
Fiesta aurinegra, locura en la cancha que se transformó en tribuna, inundada por los miles de parciales que festejaron el ascenso. En los mas veteranos como nosotros, el recuerdo de las glorias pasadas y la esperanza de ver las futuras. En los mas jóvenes el descubrimiento que Peñarol es grande en el deporte que dispute y que la sangre de campeones corre siempre a la par de nuestros colores.
Así vimos festejar hinchas de Peñarol. Lo vimos en las caras y las palabras del técnico Kogan, del capitan "pepusa" Pérez, de Imanol Asaravicius y de prácticamente todos los jugadores, que tienen el plus de ser hinchas de la institución. Seguramente desde algún lugar escondido, la sonrisa pícara de Víctor Hugo Berardi (fallecido en 2015) volvió a verse en todo su esplendor, feliz de ver el regreso de su Peñarol.
Algo que fue una ilusión, una utopía, un sueño imposible, hoy es realidad. Hicimos nuestro largo camino a Tipperary, con el esfuerzo de mucha gente, con el merito de los dirigentes que confiaron en este proyecto (y que no eran del oficialismo), con jugadores que quisieron vestir estos colores desde tercera división para traernos de nuevo a primera. Hoy hemos llegado al destino, superando dificultades, sanciones injustas y rivales durísimos que jerarquizaron este logro.
Fue largo el camino a La Liga, pero hoy estamos en casa.
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