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lunes, 31 de agosto de 2020

No debió ser

 

Diego Forlán, nunca debió ser el técnico de Peñarol. Lo dijimos en estas mismas páginas. Peñarol no es lugar para experimentos. No es un club para que un director técnico venga a aprender. Es demasiado grande para eso, tiene demasiada historia y una exigencia que no es para un técnico novato.

Seguramente Forlán aprenderá y algún día podrá (o no) ser un buen técnico, si es tan inteligente como se dice. El tiempo lo dirá, pero no era Peñarol el lugar para que él (ni nadie) haga sus primeras armas en la dirección técnica. Simplemente Peñarol no tiene tiempo para esperar a un técnico.

Lo que mal empieza mal acaba dicen y esta llegada de Forlán no podía tener otro desenlace. Empezó mal desde el principio, armando mal el plantel. Trajo jugadores que casi no usó (Herrera, Acosta, Bravo, Olivera), dejo ir a otros que podrían haber sido útiles en este plantel (Lores, Canobbio, Petryk, Viatri), prefirió dejar ir a un jugador que era muy importante para el equipo (Viatri) para quedarse con otro que resulta deficitario (Xisco). Trajo un jugador que hasta ahora ha sido intrascendente (Vadocz) como gran solución para el equipo.

A eso se suman errores dentro del campo. Desde un planteamiento cobarde ante Parananse en la Libertadores a un equipo con tres volantes defensivos ante equipos que salen a defenderse. A eso agrega que hace mal y tarde los cambios. Desde el primer encuentro mostró una deficitaria lectura del juego, falta de oportunidad para hacer las variantes y mala elección de las mismas.

Improvisó la posición de algunos jugadores (Piquerez, De Los Santos, por momentos Terans y Kagelmacher). Mantuvo la titularidad de otros que notoriamente no deben jugar (Abascal). Dejó fuera algún titular cantado (Pellistri, Formiliano, luego de la lesión). No ha utilizado a algún otro que ha sido solución en campañas pasadas (Acevedo).

Además, no se vio nada de trabajo. No hubo un estilo de juego, nadie sabe a qué juega Peñarol. No hay jugadas preparadas, no se aprovechan las pelotas quietas, no hay una solidez defensiva producto del desorden de los jugadores que no saben cómo plantarse.

En muchos partidos, vio empatar o perder al equipo sin agotar los cambios o como ayer donde coloca un juvenil como Nuñez faltando un minuto para el final y perdiendo 2 a 0.

Pero lo más preocupante, es que no transmitió nada desde afuera. Este equipo no ha tenido temple, rebeldía, pujanza, todas cosas que son marca en el orillo de los equipos mirasoles desde siempre.

Dirigió tan solo 11 partidos y ganó solamente 4. Ante el modesto Wilstermann, de local, con un gol en contra y pidiendo la hora, ante Cerro en el último minuto y ante Boston River y Cerro Largo. Se dejó empatar por Rentistas, de local y ganando 2 a 0, ante Danubio que era un desastre, en el último minuto y el clásico donde Nacional se fue todo atrás a cuidar la ventaja. Perdió los cuatro restantes: sin pasar la mitad de la cancha ante Parananense, ante Defensor con mal arbitraje de Fedorczuk, ante Deportivo Maldonado que venía último y ayer ante Wanderers. Una campaña vergonzosa.

Forlán se despide sin pena ni gloria como técnico de Peñarol, en algo que jamás debió suceder.

Culpa de los dirigentes que permitieron este desquiciado experimento y no respetaron la historia del club. Los mismos dirigentes que desguazaron el equipo en medio de la temporada anterior y le regalaron al tradicional adversario un campeonato que teníamos grandes chances de ganar y que hubiera representando el tricampeonato consecutivo.

Ahora parece que quien lo suplantará es Mario Saralegui y sería otro error. Mario fue un enorme jugador, pero como técnico no ha sido exitoso. Por el contrario, fue el gran responsable de perder el campeonato en 2008 cuando permitió que el equipo se distendiera festejando un clausura sin ningún valor y entró desconcentrado ante Defensor que nos hizo dos goles en 10 minutos y nos ganó el campeonato. No nos parece, ni de cerca, la mejor elección para sacar a este equipo del pozo donde se encuentra.

A nuestro entender el técnico ideal para este momento era Leonardo Ramos, pero Peñarol se demoró manteniendo a Forlán que debió ser despedido inmediatamente después de empatar con Rentistas y Danubio nos ganó de mano.

Forlán nos deja con un plantel mal armado, una enorme falta de confianza de los jugadores en sí mismos, un caos táctico descomunal, con el apertura ya perdido y la anual hipotecada. Alto precio por un experimento.

En dos días Peñarol enfrenta a Liverpool en mitad de este caos. Por el bien de Peñarol esperamos lo mejor, pero no hay elementos que nos permitan confiar en ello.

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