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domingo, 25 de noviembre de 2018

No pudimos festejar


Peñarol tenía pensado festejar la obtención de su 52° campeonato uruguayo, obtenido ante el tradicional rival, jugando ante Godoy Cruz de Mendoza. Sin embargo, se decidió no jugar el partido dada la fijación para hoy de la final de la Copa Libertadores. Cualquier lector normal preguntaría “que tiene que ver?”. Nosotros también nos lo preguntamos.

Independientemente de que esa final finalmente no se jugará hoy, no había ninguna razón lógica para no jugar el encuentro. Al hincha de Peñarol, el verdadero hincha aurinegro, le importan tres caramelos cualquier otro encuentro donde no juegue el carbonero. Incluso a aquellos no tan fático, seguramente les importa más un partido de Peñarol que el de cualquier otro club.

Esta dirigencia ha tenido muchos aciertos en este primer año de conducción, los cuales alabamos como corresponde y serán tomados en cuenta a la hora de cerrar el balance del año. Sin embargo, en esta ocasión, se equivocó.

Nunca se debió dejar de lado este partido por una cuestión exógena que, para peor, deja más en evidencia el error luego de haberse suspendido. Era una oportunidad para festejar el campeonato obtenido, para mostrar que Peñarol es el legítimo campeón uruguayo 2018 por más que otros quieran discutirlo en los tribunales con reclamos absurdos y trasnochados. Era una oportunidad para la familia carbonera de estar junto a este equipo, de agradecer a sus jugadores por el esfuerzo realizado para obtener este campeonato, para darle un momento de desagravio al técnico Diego López, que pasó momentos muy complicados y mostró un temple y una hombría dignas de admiración para mantenerse tan firme como calmado.

Le privamos también al equipo de jugar un partido ante un rival internacional, sintiendo el calor de su gente, en su casa, como momento de festejo y alegría después de un esfuerzo tan grande como debió realizar para conquistar esta nueva estrella a nuestro historial.

Es vergonzoso que hoy no podamos disfrutar de ese momento porque dos cuadros argentinos disputaban un encuentro que no nos interesa en lo más mínimo a los hinchas de Peñarol.

Nos preguntamos también que pensarán jugadores, dirigentes e hinchas de Godoy Cruz, que viajaron para un partido que no se disputó. Qué imagen deja Peñarol? Hay que ser muy cuidadoso con este tipo de cosas. Pretendemos que Peñarol se maneje profesionalmente como institución y estas improvisaciones conspiran contra ese objetivo. Es hora de que, de una vez por todas, Peñarol se maneje como una institución moderna. No puede ser que nuestra agenda venga determinada por factores externos a la institución.

Hoy éramos muchos los que entre ver un partido entre dos equipos argentinos y ver al glorioso Peñarol, no teníamos dudas sobre qué elegir. Hoy el verdadero hincha de Peñarol se siente frustrado, decepcionado, molesto por esta decisión absurda, apresurada y antipopular.

Nos jactamos con razón de ser el campeón sudamericano del siglo XX, es hora de que empecemos a actuar como tal, en todo. Y sobre todo, recordar que el siglo XX ya pasó y debemos trabajar para el presente pensando en el futuro.

Suspendimos un festejo de la familia carbonera por un partido que se promocionó pomposamente como “la final del mundo” y terminó mostrando que fue la final del tercer mundo. Sería hora también de pensar que postura habrá de tener Peñarol en el concierto sudamericano en los próximos tiempos.

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