Peñarol
tenía pensado festejar la obtención de su 52° campeonato uruguayo, obtenido
ante el tradicional rival, jugando ante Godoy Cruz de Mendoza. Sin embargo, se
decidió no jugar el partido dada la fijación para hoy de la final de la Copa
Libertadores. Cualquier lector normal preguntaría “que tiene que ver?”.
Nosotros también nos lo preguntamos.
Independientemente
de que esa final finalmente no se jugará hoy, no había ninguna razón lógica
para no jugar el encuentro. Al hincha de Peñarol, el verdadero hincha
aurinegro, le importan tres caramelos cualquier otro encuentro donde no juegue
el carbonero. Incluso a aquellos no tan fático, seguramente les importa más un
partido de Peñarol que el de cualquier otro club.
Esta
dirigencia ha tenido muchos aciertos en este primer año de conducción, los
cuales alabamos como corresponde y serán tomados en cuenta a la hora de cerrar
el balance del año. Sin embargo, en esta ocasión, se equivocó.
Nunca se
debió dejar de lado este partido por una cuestión exógena que, para peor, deja más
en evidencia el error luego de haberse suspendido. Era una oportunidad para
festejar el campeonato obtenido, para mostrar que Peñarol es el legítimo
campeón uruguayo 2018 por más que otros quieran discutirlo en los tribunales
con reclamos absurdos y trasnochados. Era una oportunidad para la familia
carbonera de estar junto a este equipo, de agradecer a sus jugadores por el
esfuerzo realizado para obtener este campeonato, para darle un momento de
desagravio al técnico Diego López, que pasó momentos muy complicados y mostró
un temple y una hombría dignas de admiración para mantenerse tan firme como
calmado.
Le privamos
también al equipo de jugar un partido ante un rival internacional, sintiendo el
calor de su gente, en su casa, como momento de festejo y alegría después de un
esfuerzo tan grande como debió realizar para conquistar esta nueva estrella a
nuestro historial.
Es
vergonzoso que hoy no podamos disfrutar de ese momento porque dos cuadros
argentinos disputaban un encuentro que no nos interesa en lo más mínimo a los
hinchas de Peñarol.
Nos
preguntamos también que pensarán jugadores, dirigentes e hinchas de Godoy Cruz,
que viajaron para un partido que no se disputó. Qué imagen deja Peñarol? Hay que
ser muy cuidadoso con este tipo de cosas. Pretendemos que Peñarol se maneje
profesionalmente como institución y estas improvisaciones conspiran contra ese
objetivo. Es hora de que, de una vez por todas, Peñarol se maneje como una
institución moderna. No puede ser que nuestra agenda venga determinada por factores
externos a la institución.
Hoy éramos
muchos los que entre ver un partido entre dos equipos argentinos y ver al
glorioso Peñarol, no teníamos dudas sobre qué elegir. Hoy el verdadero hincha
de Peñarol se siente frustrado, decepcionado, molesto por esta decisión
absurda, apresurada y antipopular.
Nos
jactamos con razón de ser el campeón sudamericano del siglo XX, es hora de que
empecemos a actuar como tal, en todo. Y sobre todo, recordar que el siglo XX ya
pasó y debemos trabajar para el presente pensando en el futuro.
Suspendimos
un festejo de la familia carbonera por un partido que se promocionó
pomposamente como “la final del mundo” y terminó mostrando que fue la final del
tercer mundo. Sería hora también de pensar que postura habrá de tener Peñarol
en el concierto sudamericano en los próximos tiempos.
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