Con la no
clasificación a la final del intermedio, Leonardo Ramos culminó su ciclo como
entrenador aurinegro. No lo pudo hacer en cancha como debía ser porque estaba
suspendido por la expulsión ante Torque. En este año y medio que fue el
entrenador de nuestra institución pasaron muchas cosas. Como es lógico, hubo
aciertos y errores en este tiempo y lo importante es el balance de unos y
otros.
Tuvo un
primer semestre complicado. Los resultados no se dieron como esperaba y quedó
lejos del tradicional adversario. Sin embargo, el equipo comenzó a esbozar una recuperación
que ratificaría en el segundo semestre. Perdió pocos partidos y la diferencia
se dio sobre todo porque empató demasiados. Claro que algunas de esas derrotas
marcaron muy fuerte. La derrota ente Defensor en el intermedio, de local, con
dos jugadores de más y cuando solo precisaba el empate para ir a la final,
golpeó duramente y amenazó con pasarle factura al entrenador antes de tiempo.
También fue
deficitario el saldo internacional donde quedó último en un grupo donde estaba
Palmeiras, es verdad, pero los otros rivales (Atlético Tucumán y Jorge
Wilstermann) no eran nada del otro mundo. Ni siquiera pudo acceder a la copa
Sudamericana en aquella ocasión.
En el
segundo semestre la cosa fue distinta. Es verdad que se trajeron jugadores de muchísima
calidad, Gargano, Maxi Rodríguez, Formiliano, Viatri, Varela, que sumados a algunos
de los que ya estaban como Arias, Dawson, Estoyanoff, el cebolla Rodríguez,
Rossi, conformaron un plantel de excepción para el medio. Recuperaron la
distancia perdida, ganaron la anual y fueron campeones sin necesidad de final
ante Defensor.
Este último
semestre no termina bien. Peñarol no consiguió ni el apertura, ni el
intermedio, ni la clasificación a octavos en la copa. El equipo perdió encuentros
claves (como ante Libertad en Asunción, cuando un punto nos hubiera dado la
clasificación) aunque los ganó todos en el Campeón del Siglo. En lo local cayó
dos veces ante Torque y una ante Progreso. El técnico se equivocó al no rotar el equipo
como la intensidad de la competencia lo exigía y pagó con lesiones. Es verdad
también que hubo lesiones graves. Gargano, jugador fundamental en este plantel,
quedo fuera en medio del apertura y al inicio de la copa. Y Peñarol nunca lo
pudo disimular.
Los aciertos
de Ramos? Darle la titularidad a Dawson cuando era difícil desplazar a
Guruceaga. Darle el capitanato y el orden táctico que necesitaba Nandez (que se
fue a Boca en medio del campeonato), colocar al cebolla Rodríguez como doble 5
dándole un panorama de cancha que no tenía cuando jugaba como volante externo.
La llegada de algunos jugadores importantes que fueron pedidos por el técnico
como Arias (al que se quiere llevar con él para Arabia) y Formiliano. Confiar
en Rossi como titular. La dosificación que hizo del juego de Palacios.
Pero además
le devolvió la confianza al equipo. Peñarol se pareció mucho más a Peñarol. Fue
mucho más respetado por los rivales y encadenó una racha interesante de
triunfos como local. Cuando se hace el balance, el equipo de Ramos perdió muy
pocos partidos en este último año y medio. Pero siempre el éxito o fracaso de
una institución se mide en títulos.
En esa área,
Ramos conquistó el campeonato uruguayo, ganó también la primera supercopa con
luz sobre el tradicional adversario y revirtió una tendencia negativa en los
clásicos. En el debe queda la actuación internacional, donde no se consiguieron
los objetivos planteados.
En el saldo
general calificamos como positiva la actuación de Leonardo Ramos al frente de
Peñarol. Lo negativo es que pudo y debió ir más lejos en la copa. Pero no lo
podemos juzgar con excesiva dureza cuando en los últimos 30 años, salvo a
Aguirre, a ningún otro técnico le ha ido mucho mejor.
Queda el
sinsabor de la forma en que se retira el técnico, apenas se supo eliminado de
la Libertadores, cuando gran parte de la responsabilidad de eso es suya.
Entendemos que es difícil rechazar una oferta como la que recibió y comparadas
con otras salidas de otros entrenadores en el pasado, la de Ramos resultó mucho
más elegante.
El ciclo de
Ramos llega a su fin con un saldo a favor. No era el técnico que preferíamos en
su momento y nobleza obliga a reconocerlo, pero su pasaje en el carbonero
quedará marcado por algunas de las cosas positivas que consiguió. Pensamos que
quedará como esos técnicos a los que se podrá volver a recurrir cuando las
circunstancias lo hagan posible. Ahora es el tiempo de Diego López (y eso merecerá
otro tratamiento en este sitio en estos días venideros).
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