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sábado, 19 de agosto de 2017

Sin margen de error



Mañana comienza el clausura, un campeonato donde Peñarol debe lograr básicamente tres objetivos: VENCER, VENCER Y VENCER! Porque no queda otra opción. A esta altura, la tabla anual aparece como algo utópico, no solo por la distancia que le han sacado los rivales, sino porque el juego de este equipo no hace presagiar que Peñarol pueda ganar tantos puntos más que el resto como para descontar esa ventaja. La única chance será ser campeón del clausura y forzar finales a las que además, iremos en desventaja.

Se arranca el campeonato en la peor situación posible. Con un técnico que sabe que está a una derrota de perder su cargo. Con un equipo que no encuentra su patrón de juego. Que no genera futbol, que no convierte goles, que no es firme en defensa y que además ha perdido su alma con la venta de su capitán. Han llegado jugadores de “experiencia” pero ninguno tiene el carácter y el temple que tenía su joven capitán. Ninguno aparece con la capacidad de ponerse “el equipo al hombro” y sacarlo de las difíciles, excepción quizás del cebolla Rodríguez que aparece como el único candidato posible para esa función.

El descalabro institucional sería motivo de otro comentario pero se nota claramente en las idas y vueltas de unos dirigentes que deciden mantener al técnico un martes para querer echarlo un jueves. Un síntoma obvio del desequilibrio emocional que ha ganado a nuestros dirigentes y que parece más propio de las tribunas que de un cuerpo dirigencial.

Se apostó por un equipo joven con las mejores figuras del campeonato local y lo mejor de nuestras formativas y se eliminó a la mayoría de los jugadores mayores de 30 años. Ahora se toma la decisión contraria y todos los refuerzos son jugadores de más de 30 años. Se pagó muy buen dinero por jugadores como Dibble y Urruti para una función donde ahora se recurre el lolo Estoyanoff. Más allá de si está bien o mal, implica un cambio radical de paradigma, un giro de 360º que nos hace caminar en una dirección diametralmente opuesta a la que se había fijado hace apenas 6 meses atrás.

Nunca fuimos partidarios de Ramos,  era Almada nuestro candidato pero mal podemos avalar volver a cometer el mismo error de cesar a un técnico cuatro días antes de comenzar un campeonato. Un expediente que no solo ya hemos transitado sino repetido, con resultado sabido y nada provechoso. De todos modos, este mantener el técnico para echarlo a la primer derrota tampoco es saludable. Porque este equipo jugara con un peso extra que hará que cualquier traspié que sufra durante el trámite de un juego afecte su estabilidad emocional como hemos visto en más de una ocasión.

Párrafo aparte merece la salida del capitán. Un pésimo “negocio” para Peñarol que pierde no solo a su mejor figura (y el mejor jugador que quedaba en Uruguay) sino que pierde a su alma. Porque Naitan no es solo un gran jugador, inteligente, dinámico, potente, sino que suma a esas cualidades un temple propio de los grandes capitanes aurinegros de la historia. Sin dudas el mayor acierto de Ramos fue darle la capitanía y respaldar a un jugador de condiciones excepcionales. Peñarol lo vende a un mercado que no es de los más fuertes, en lugar de venderlo directamente a Europa, pero además lo hace por una cifra irrisoria que apenas alcanza a cubrir déficits de la institución. Una vez más, una gestión exclusiva de nuestro presidente que no consulta a nadie para cerrarla (igual que para la llegada de Ramos como técnico).

Quien nos lea habitualmente sabe que no hacemos política desde estas páginas. Nos abstenemos de comentar y fomentar divisiones entre carboneros, pero es imposible acallar una opinión cuando las cosas se hacen tan mal y perjudican tan notoriamente al club.

Mañana comienza el campeonato y como siempre, cuando veamos la camiseta aurinegra en el campo, nos olvidaremos de todo esto y solo atenderemos a la pasión irracional que nos exige ver a Peñarol campeón. No será un campeonato sencillo (cuando lo es para Peñarol?) porque el apremio de saber que no existe  el mínimo margen de error, hará que cada encuentro sea de verdad una final. El rival de mañana aparece como accesible y es fundamental lograr la tranquilidad del triunfo que nos permita continuar y en cada encuentro será así hasta el final. Sera motivo de otra nota el comentar las altas y bajas del equipo para este segundo semestre del año.

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