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sábado, 29 de abril de 2017

Perjudicados de nuevo



Peñarol volvía a jugar en el Campeón de Siglo después del bochornoso final ante Palmeiras. Un encuentro que ya ha generado la suspensión de 3 jugadores aurinegros en el ámbito internacional. La Conmebol que es la institución más corrupta de Sudamérica ahora quiere lavar su imagen a costa de los clubes. Pero esa misma institución fraudulenta, que sigue teniendo su sede en Paraguay y sigue siendo gobernada por dirigentes paraguayos como hade más de 30 años, ya ha emitido sanciones que después no cumplió. Claro que en ese caso el sancionado se llamaba Boca Juniors y no Peñarol.  Pero también la justicia procesó a esos mismos 3 jugadores. Una justicia que pertenece al mismo orden que el Ministerio del Interior que sigue sin cumplir su cometido y no coloca a la policía dentro de los estadios con resultados nefastos como el del miércoles pasado. Pero no será el Ministerio del Interior quien pague por su omisión sino, de nuevo, como en el clásico, el Club Atlético Peñarol.

Dejemos clara una cosa, los jugadores y Peñarol institución se regalaron el miércoles pasado a sabiendas de que con Peñarol las sanciones siempre son ejemplarizantes cosa que no sucede con otras instituciones. Lamentablemente cualquier peñarolense (hincha, socio, técnico o dirigente) sabe que se tiene que cuidar el doble que cualquier otro.

En cuanto al equipo, un solo cambio con respecto al miércoles. El regreso de Ramón Arias a la zaga en lugar del paraguayo Villalba.

El primer tiempo fue pobre, con escasas emociones, sin profundidad. Manejó mejor la pelota River, con buen toque en el medio, algún desborde por las puntas pero mal culminado por el medio. Peñarol fue impreciso, sin sorpresa ni profundidad.

Al punto que hay solo una ocasión digna de mención para cada uno en el primer tiempo. La de Peñarol a los 33´ que termina siendo el gol de apertura. Un impecable cambio de frente de Novick de izquierda a derecha para la entrada de Alex Silva que mete el centro al área. La pelota pega en un defensa, se eleva, supera al arquero y por detrás ingresa solo Affonso que no tiene más que tocarla con el arco libre para marcar la apertura.

River tuvo la suya a los 39´ con un tiro libre apenas afuera del área desde la izquierda. Lo remata William Martínez y la pelota se va apenas arriba contra el ángulo derecho de Guruceaga.

Muy poco para ambos en un primer tiempo que por momentos resultó pesado y aburrido.

El segundo tiempo fue igual, aunque Peñarol a los 13´ consigue otro gol que era perfectamente válido y una vez más es perjudicado por un error arbitral. Es un tiro libre desde la derecha y el cabezazo de Ramón Arias perfectamente habilitado se mete contra el palo izquierdo pero increíblemente es anulado por un offside inexistente.

Sobre los 22´ un contrataque rápido de aurinegro, la pelota la trae el cebolla Rodríguez y saca el remate que pasa apenas ancho contra el palo izquierdo.

A los 34´ llega el empate de River en una jugada por izquierda donde no marca bien la defensa por izquierda el delantero darsenero va hasta el fondo y mete la pelota al medio, un remate que pega en Saavedra y se mete en el arco marcando el empate.

Por más que Peñarol se queda con uno más en esa jugada por la expulsión de Saavedra por provocar a la tribuna en el festejo.

Peñarol tuvo dos para ganarlo. La primera a los 39´ cuando Dibble se mete por izquierda y mete el centro, cabecea el cebolla en palomita y le sale a la manos de arquero Pérez.

La última fue pasada la hora cuando luego de un centro desde la derecha la pelota le queda a Dibble por el segundo palo y el arquero atora el remate con el cuerpo y consigue despejar.

Peñarol empató y no es justo. No es justo porque hizo lo que se debe hacer en futbol para ganar un partido: convertir más goles válidos que el rival, pero una vez más es perjudicado por los jueces negando la concesión de un tanto que era completamente válido. Después aparecen descarados presidentes de otros clubes diciendo que Peñarol es favorecido por los árbitros. Presidentes de clubes que han sido favorecidos de manera vergonzosa en los últimos tiempos y que tienen la cara de piedra de quejarse.

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