Peñarol
juega esta tarde en el Centenario, producto de la mezquindad, la envidia, las
cortas miras y el revanchismo que impera en los mediocres dirigentes de fútbol
de este país. Quedó demostrado que al igual que postulan muchos técnicos de pensamiento
retrógrado, resulta mucho más fácil destruir que construir, también para los
dirigentes amateurs que imperan en nuestras instituciones deportivas (la mayoría,
amateurs ellas mismas).
Se ha
criticado la actitud de la dirigencia aurinegra y no somos para nada defensores
de esta gestión (y quien nos lea sabe que tampoco somos defensores a ultranza
del estadio) pero en este caso pensaron hacia adelante, apostando a la mejoría
y profesionalización de nuestro futbol y pensaron en los reglamentos que rigen
este deporte en el mundo en la actualidad y no en los caducos que imperan en
nuestro medio.
Es
cierto que los reglamentos deben respetarse y nada más acertado. Pero también es
cierto que los reglamentos deben adecuarse a la realidad y era una buena
oportunidad que se perdieron los dirigentes de empezar a hacerlo. También en su
momento los reglamentos internos decían que los aumentos del salario de los
jugadores se ajustaban por ipc y que si los futbolistas nos los aceptaban, eran
declarados en rebeldía y suspendidos por 2 años. Todos sabemos cómo terminó el
caso Bueno, Bizera, cebolla Rodríguez y Leal. Esto debió enseñarnos (hace casi
una década) que nuestros reglamentos deben adecuarse de una vez a la realidad
del mundo y en todos los aspectos.
Es un
despropósito que un estadio de nivel mundial, habilitado y apto para jugar
finales de copas internacionales e incluso encuentros de copa del mundo no
pueda recibir un partido ante River Plate de la dársena (o ahora seria del
Prado?). Un despropósito, una estupidez, una soberana imbecilidad de nuestros
dirigentes, derivada de su mezquindad y falta de visión y promovida por algunas
instituciones para las cuales es más importante lo que haga Peñarol (o no le
dejen hacer) que lo que puedan hacer por sus propias instituciones.
Por otra parte, hoy se juega en el Centenario que carece de los mismos elementos de seguridad por los cuales no se habilita el Campeón del Siglo. Otro signo de la incoherencia de la medida que demuestran que lo que importa no es el reglamento sino la necesidad de frenar en algo el impulso carbonero. La defensa del reglamento es una mera excusa para aquellos dirigentes que no han destacado nunca y son limitados en sus capacidades y encuentran en el complicar a los demás, la unica forma de intentar no dejar en evidencia si propia incapacidad. La famosa fábula del perro del hortelano.
Por otra parte, hoy se juega en el Centenario que carece de los mismos elementos de seguridad por los cuales no se habilita el Campeón del Siglo. Otro signo de la incoherencia de la medida que demuestran que lo que importa no es el reglamento sino la necesidad de frenar en algo el impulso carbonero. La defensa del reglamento es una mera excusa para aquellos dirigentes que no han destacado nunca y son limitados en sus capacidades y encuentran en el complicar a los demás, la unica forma de intentar no dejar en evidencia si propia incapacidad. La famosa fábula del perro del hortelano.
No nos
molesta que Peñarol juegue en el Centenario. El Centenario es tierra sagrada
carbonera. Campo donde hemos dado la mayoría de las vueltas olímpicas de
nuestra historia. Escenario de hazañas inconmensurables y de tardes y noches
históricas. El clásico de la fuga, el 8 contra 11, el 4 a 3, el 5 a 0, la
primer copa Intercontinental para Sudamérica. Todos esos encuentros y muchos
otros más, se dieron en el suelo sagrado del Centenario. Ningún estadio de
mundo ha visto más vueltas olímpicas de la misma camiseta, porque ha sido nuestra
casa en los últimos 86 años. Desde que en ese estadio jugamos (y ganamos) el 28
de setiembre de 1930 (que fecha nada menos!) la final del campeonato uruguayo
de 1929, nadie ha dado más vueltas olímpicas que Peñarol en su suelo.
No, no
nos molesta que se juegue en el Centenario, cómo nos va a molestar!. Es cómodo,
céntrico, glorioso y nuestro. No nos molesta en lo más mínimo. Lo que nos
molesta es la mezquindad de la gran mayoría de los dirigentes de este país, más
preocupados de lo pueden trancarle a Peñarol de que lo que pueden hacer por sus
clubes. Se perdieron el gran gesto y la historia los juzgará.
Hoy Peñarol
juega en casa, porque así ha sido desde 1930.
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