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domingo, 3 de abril de 2016

Hoy jugamos en casa



Peñarol juega esta tarde en el Centenario, producto de la mezquindad, la envidia, las cortas miras y el revanchismo que impera en los mediocres dirigentes de fútbol de este país. Quedó demostrado que al igual que postulan muchos técnicos de pensamiento retrógrado, resulta mucho más fácil destruir que construir, también para los dirigentes amateurs que imperan en nuestras instituciones deportivas (la mayoría, amateurs ellas mismas).

Se ha criticado la actitud de la dirigencia aurinegra y no somos para nada defensores de esta gestión (y quien nos lea sabe que tampoco somos defensores a ultranza del estadio) pero en este caso pensaron hacia adelante, apostando a la mejoría y profesionalización de nuestro futbol y pensaron en los reglamentos que rigen este deporte en el mundo en la actualidad y no en los caducos que imperan en nuestro medio.

Es cierto que los reglamentos deben respetarse y nada más acertado. Pero también es cierto que los reglamentos deben adecuarse a la realidad y era una buena oportunidad que se perdieron los dirigentes de empezar a hacerlo. También en su momento los reglamentos internos decían que los aumentos del salario de los jugadores se ajustaban por ipc y que si los futbolistas nos los aceptaban, eran declarados en rebeldía y suspendidos por 2 años. Todos sabemos cómo terminó el caso Bueno, Bizera, cebolla Rodríguez y Leal. Esto debió enseñarnos (hace casi una década) que nuestros reglamentos deben adecuarse de una vez a la realidad del mundo y en todos los aspectos.

Es un despropósito que un estadio de nivel mundial, habilitado y apto para jugar finales de copas internacionales e incluso encuentros de copa del mundo no pueda recibir un partido ante River Plate de la dársena (o ahora seria del Prado?). Un despropósito, una estupidez, una soberana imbecilidad de nuestros dirigentes, derivada de su mezquindad y falta de visión y promovida por algunas instituciones para las cuales es más importante lo que haga Peñarol (o no le dejen hacer) que lo que puedan hacer por sus propias instituciones.

Por otra parte, hoy se juega en el Centenario que carece de los mismos elementos de seguridad por los cuales no se habilita el Campeón del Siglo. Otro signo de la incoherencia de la medida que demuestran que lo que importa no es el reglamento sino la necesidad de frenar en algo el impulso carbonero. La defensa del reglamento es una mera excusa para aquellos dirigentes que no han destacado nunca y son limitados en sus capacidades y encuentran en el complicar a los demás, la unica forma de intentar no dejar en evidencia si propia incapacidad. La famosa fábula del perro del hortelano.

No nos molesta que Peñarol juegue en el Centenario. El Centenario es tierra sagrada carbonera. Campo donde hemos dado la mayoría de las vueltas olímpicas de nuestra historia. Escenario de hazañas inconmensurables y de tardes y noches históricas. El clásico de la fuga, el 8 contra 11, el 4 a 3, el 5 a 0, la primer copa Intercontinental para Sudamérica. Todos esos encuentros y muchos otros más, se dieron en el suelo sagrado del Centenario. Ningún estadio de mundo ha visto más vueltas olímpicas de la misma camiseta, porque ha sido nuestra casa en los últimos 86 años. Desde que en ese estadio jugamos (y ganamos) el 28 de setiembre de 1930 (que fecha nada menos!) la final del campeonato uruguayo de 1929, nadie ha dado más vueltas olímpicas que Peñarol en su suelo.

No, no nos molesta que se juegue en el Centenario, cómo nos va a molestar!. Es cómodo, céntrico, glorioso y nuestro. No nos molesta en lo más mínimo. Lo que nos molesta es la mezquindad de la gran mayoría de los dirigentes de este país, más preocupados de lo pueden trancarle a Peñarol de que lo que pueden hacer por sus clubes. Se perdieron el gran gesto y la historia los juzgará.

Hoy Peñarol juega en casa, porque así ha sido desde 1930.

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