Pirro fue rey de Epiro, una de las tantas polis de la
antigua Magna Grecia. En el año 280 A.C. se enfrentó a los romanos en la
batalla de Heraclea y los venció. Sin embargo, perdió tantos hombres en la lucha, que se dice que una vez finalizada exclamó: “otra victoria como esta y
estoy perdido”. Desde entonces el término victoria pírrica ha pasado a
denominar aquellos triunfos cuyo costo resulta tan elevado que hace que se parezcan
mucho a una derrota.
Peñarol le ganó a Rentistas pero jugó tan mal que la
sensación después del encuentro se parece mucho más a la de una derrota. Ningún
hincha aurinegro puede sentirse satisfecho de lo que vimos el domingo en el
campo. Resulta evidente que los dirigentes tampoco. La prensa, siempre
dispuesta a magnificar todo lo que sea una noticia negativa sobre el carbonero,
se ha pasado la semana entera comentando (y preguntando) sobre este malestar de
hinchas y dirigentes.
Por supuesto que el tema no se simplifica en el encuentro
contra Rentistas. El técnico lleva 9 meses de trabajo y a esta altura, no
convence prácticamente a nadie. Cierto es que ganó el ultimo clausura (único
campeonato que dirigió) y hoy está segundo a 3 puntos del tradicional rival,
pero lo de Peñarol ha sido tan pobre que nadie puede sentirse conforme.
Se ha comido bailes tácticos pocas veces vistos como los
casos de Defensor y River en este campeonato y todos los clásicos que ha
disputado. A veces no es solo perder y ganar sino la forma en que esto se
produce.
En estas páginas manifestamos que el crédito se había
terminado luego del encuentro ante Defensor y que Bengoechea estaba a una
derrota de ser cesado. Pudo ser ante Fénix y se salvó en el último minuto. Un
par de victorias posteriores permitieron que absorbiera el duro golpe ante
River, pero las victorias ante Danubio y Rentistas no han ayudado a
consolidarlo.
Liverpool es el próximo rival de riesgo. No porque el equipo
negriazul sea un dechado de virtudes (en lo personal pensamos que ha dado menos
de lo que se podía esperar en el campeonato) sino por efecto psicológico que
implica la necesidad imperiosa de victoria y de mejora en el juego.
Pensamos que el ciclo de Bengoechea está agotado. Lo
pensamos desde la derrota ante Defensor. Lamentablemente el manotazo de ahogado de
Damiani ante la no llegada de Aguirre está terminando de la única manera que podía
terminar.
Es una pena que no se haya cuidado a uno de los últimos
grandes ídolos del club y se lo haya expuesto de esta manera al apetito voraz
de una hinchada que no tolera otra cosa que ser campeón después de tantos años
de ostracismo.
Bengoechea le podrá ganar a Liverpool. Podrá sortear el
escollo de un clásico que no admite otra cosa que la victoria. Pero aun así el
final del camino es predecible. En un 2016 donde Peñarol inaugurará su estadio jugando Copa
Libertadores , en el banquillo tendrá que estar alguien con la capacidad, el
temple y la experiencia para la ocasión.
Peñarol le ganó a Rentistas pero la imagen fue tan mala que
no se soporta otra victoria del mismo tenor. Como Pirro hace más de 2.000 años,
no podemos permitirnos otra igual.
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