En la
tarde de hoy, en el palacio Contador Gastón Güelfi, Diego Forlán fue presentado
como nuevo jugador carbonero por el próximo año y medio. Que el apellido Forlán
está asociado a Peñarol es sabido por todos. Pero además está emparentado con
la mayor gloria del club carbonero a través de Pablo Forlán campeón de América
y del Mundo en 1966 con el aurinegro y participante de encuentros memorables
como la victoria ante River Plate en Santiago y ante el Real Madrid en el
Bernabeu (que entonces todavía era Chamartín).
Pero
además Diego inició su carrera en las divisiones formativas de club, para
después pasar a Danubio y terminar recalando en Independiente de Avellaneda
donde hizo su debut profesional. El resto es conocido por todos, Manchester
United, Villareal (y primer pichichi español), Atlético de Madrid (segundo
pichichi), Internazionale de Milán, Internacional de Porto Alegre y Cerezo
Osaka. En medio, el balón de Oro como mejor jugador de la Copa de Mundo de 2010 y
campeón de América con Uruguay en 2011.
Es
imposible no ilusionarse con la llegada de un jugador con tanta clase,
condiciones y trayectoria. Es inusual en el mundo de hoy que un equipo uruguayo
pueda contar con este tipo de figuras y la única forma es que ese jugador sea
hincha de club como lo es Diego.
Es
imposible no creer en lo que nos puede aportar. Es un jugador de una
inteligencia muy superior al promedio. Es delantero y dueño de una exquisita
definición, pero también sabe jugar más retrasado y dar juego a sus compañeros
cuando es necesario. Posee una visión privilegiada del juego que lo hace muy
útil tácticamente. Pero además tiene algo que a Peñarol le está faltando hace
mucho tiempo, un notable remate de media y larga distancia y además le pega con
ambas piernas con igual eficacia.
También
es cierto que no viene el jugador del mundial de 2010. Forlán ya tiene 36 años
y eso se nota en su juego y su despliegue físico. El fútbol uruguayo no es sencillo
a la hora de adaptarse y Diego tendrá que acostumbrarse a jugar con equipos
metidos atrás y jugadores que no dudarán a la hora de mostrarle una pierna
fuerte. Además el hincha de Peñarol se caracteriza por su poca paciencia a la
hora de reclamar victorias. Es nuestra idiosincrasia. En Peñarol no importa
jugar bien. En Peñarol hay que ganar.
Si
Forlán puede sortear lo antedicho podrá aportar lo que todos deseamos en el
equipo carbonero. Pero además se trata de un profesional ejemplar que bien
puede ser modelo de comportamiento para nuestras jóvenes promesas de las
divisiones formativas. Con la salida de Pacheco, Peñarol necesitaba otro referente
que pueda ser espejo para quienes hacen sus primeras armas en primera división
y no cabe duda que Forlán parece especialmente indicado para esta función.
Pero
además representa un golpe de efecto notable desde el punto de vista económico
y comercial para el club. A pocas horas de la firma del contrato ya era
posible adquirir la camiseta de Forlán. Pero el merchandising no termina ahí.
Peñarol logro un acuerdo con el jugador para tener un porcentaje de la comercialización
de su imagen y planea usarlo para campañas de promoción del nuevo estadio y de
afiliación de nuevos socios. Porque la figura de Forlán, quizás como pocas, es mucho
más de lo que pueda aportar desde un campo de fútbol.
Forlán
tiene todo para convertirse en un nuevo ídolo carbonero. Un ídolo atípico
quizás porque llega al primer equipo carbonero para cerrar su carrera en lugar
de haber llegado desde las formativas. Un ídolo distinto porque lo ha sido primero con la celeste antes que con la oro y carbón. Pero en definitiva alguien que puede muy bien calar hondo en la hinchada aurinegra. Depende de él.
Bienvenido
Diego y con toda la ilusión esperamos gritar muchos goles tuyos y verte dar
unas cuantas vueltas olímpicas.
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