En
estos días estamos siendo testigos de los primeros efectos de esta política. Política
que va de la mano con el llanto permanente al que nos tienen acostumbrados los
dirigentes, jugadores, técnicos y parciales del tradicional rival y que
perfectamente podemos bautizar como la “cultura del llanto”.
Según
esta cultura, ellos siempre son los perjudicados porque son los detentores de
la razón absoluta e indiscutible. Nunca se equivocan y cuando no logran sus
objetivos es porque los han perjudicado, nunca por mérito del rival.
Ahora su trabajo se
comienza a ver en los fallos de los jueces y los tribunales. Darío Rodríguez
fue expulsado luego de la sanción de un penal discutible por una doble amarilla
que no merecía. El japo Rodríguez fue expulsado por una falta que perfectamente
se arreglaba con un amarilla. En ambos casos, los jueces de turno, agregaron a
la falta, agresión (en el caso de Darío) e injurias (en el caso del japo). Ambos jugadores han sido sancionados por 3
partidos sin posibilidad de pedir la amnistía.
Los jueces
y tribunales comienzan a medir a Peñarol con una vara distinta a la del resto
de los equipos.
Es hora de
que nuestros dirigentes estén muy atentos a estos movimientos y defiendan los
intereses del club como es debido. Peñarol no puede estar omiso y hacer el
caldo gordo para aquellos que viven a nuestra sombra, buscando nuevas y mejores
formas de perjudicarnos, simplemente porque el complejo de inferioridad del que
adolecen no les permite aceptar que Peñarol tenga más campeonatos, más gente,
más prestigio internacional y más años que ellos.
Cuidado que
la cultura del llanto está en pleno apogeo.
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