Peñarol salió a la cancha con la obligación de borrar rápidamente la pésima imagen dejada en la Copa Sudamericana. Para eso el técnico Alonso dejó de lado el lirismo del planteamiento ante los chilenos y colocó una formación mucho más equilibrada para enfrentar a River.
Con el
ingreso de Novick para acompañar a Píriz en el medio campo, después de la salida
definitiva de Cistóforo al Sevilla y colocando a Pacheco en una función más adecuada
a sus condiciones que la de jugar como doble cinco como contra Cobreloa.
Pero
Peñarol jugó un pésimo partido, increíblemente nervioso, acusando demasiado la
eliminación prematura de la copa, olvidándose de que es el último campeón
Uruguayo.
Por
delante el River de Almada, un técnico muy inteligente, que siempre plantea
bien los partidos y hace jugar bien a sus equipos. El único equipo uruguayo
sobreviviente en la Copa Sudamericana ganando con luz su llave.
Peñarol
fue parejo, un desastre en todas las líneas. Muy mal en defensa. Defendiendo
pésimamente las pelotas quietas, lento, impreciso y perdiendo permanentemente
por arriba. Mal en el medio, donde no se paró a nadie y se corrió siempre atrás
de la pelota. Nulo en la generación de futbol, donde ni Pacheco ni el japo
generaron nada. Mal arriba donde Estoyanoff entró con el balde en la cabeza y
Zalayeta se debatió solo entre los rivales.
Fue así
que River tuvo en control y fue generando las chances. La apertura vino a los
16 cuando Techera (hizo las inferiores en Peñarol, curioso no?) se fue por el
medio ganándole a Sandoval y Macaluso y
definió con remate contra el palo derecho que venció a Castillo.
Desde
los 16 perdía Peñarol y no fue capaz de generar una sola opción clara de gol.
Apenas si un tiro libre débil de Pacheco a los 35 que contuvo Frascarelli (otro
ex carbonero) y un cabezazo del mismo Pacheco un minuto después, también débil y
fácil para el arquero.
A los
37 llego el segundo de River. Techera le hizo un nudo a Sandoval por izquierda,
lo dejó mareado y metió el centro que cabeceó Leandro Rodríguez al gol, ganándole
el salto a Macaluso.
A los
43 se fue solo Pacheco hacia el arco de la Colombres luego de un pase largo que
lo puso cara a cara con el arquero, pero definió mal, al bulto y Frascarelli
rechazó.
Un
minuto después llegó el descuento aurinegro. Un lateral ofensivo por derecha,
Pacheco se esfuerza sobre la raya para levantar el centro, toca Estoyanoff, la
pelota se eleva y Zalayeta la baja atrás de cabeza para el remate del japo
Rodríguez que la clava contra el palo derecho.
Pero
sobre el cierre mismo del partido una falta de Piriz sobre Techera al borde
mismo del área, lo remata Hamilton Pereira (otro ex Peñarol) y la cuelga en el
ángulo superior derecho de Castillo.
3 a 1
abajo en un primer tiempo y una sensación de descontrol absoluto, de mala actuación
en todas las líneas y falta de recursos para intentar, ya no llevarse el
partido sino por lo menos, equilibrarlo.
Para el
segundo tiempo los cambios de Aguiar y Nuñez por Novick y el japo Rodríguez.
Hasta cambió de lado los laterales, trayendo a Baltazar a la derecha y mandando
a Sandoval a la izquierda a ver si lograba olvidarse un poco de un Techera que
lo pasó como un poste toda la tarde y conseguía parar a alguien.
Con
esas modificaciones, Peñarol mostró por lo menos algo más de rebeldía que, en
los primeros minutos, hizo creer en la posible reacción.
Ya a
los 4 le quedo una pelota a Nuñez dentro del área chica y su remate fue ahogado
por el arquero Frascarelli y la pelota se fue al córner.
Pero si
se insinuaba algo de reacción, los ladrones de siempre, esta vez representados
en la persona de Cunha, se encargaron de cortarla.
Una
pelota que corren Píriz y un jugador de River en la mitad de la cancha y
terminan los dos en el suelo, en algo que si era falta (es por lo menos dudoso)
no ameritaba nada más que la sanción de la misma. Pero Cunha le saca segunda
amarilla a Píriz y deja con 10 a Peñarol. Como si no bastara el desastroso
partido que hicimos, todavía hay que luchar contra la mala voluntad de siempre
de los árbitros.
Así
fueron pasando los minutos y Peñarol cortado en su reacción por el hombre de
menos, tuvo algunas chances claras.
La
primera fue a los 12 con un pase largo impresionante de Aguiar para la entrada
de Estoyanoff por derecha y el remate a la carrera del lolo lo contiene el
arquero.
A los
34 otro gran pase de Aguiar para Jonathan Rodríguez (que había sustituido a
Estoyanoff) le permite entrar solo al juvenil contra el arquero y su remate se
va apenas ancho contra el palo derecho.
A los
36 córner desde la derecha de Pacheco que cabecea solo Macaluso y el
Frascarelli vuela para sacarlo al córner en impresionante atajada.
De ese
córner, otra vez tirado por Pacheco, cabecea Viera y la mete contra el palo
derecho venciendo finalmente a Frascarelli.
Pero
Peñarol, que jugó un pésimo partido, tuvo además la suerte en contra. Porque
cada vez que consiguió descontar, recibió enseguida un nuevo gol en contra.
Un
minuto después del descuento, se fue un jugador de River por la banda
izquierda, metió el centro que recibió Casas,
paró de pecho y de media vuelta la clavó contra el palo izquierdo de Castillo.
Un verdadero golazo y cierre del partido.
Apenas
si hubo una más para River sobre el final mismo del encuentro en un remate de
Techera que pasó cerca de palo derecho.
Peñarol
jugó un partido espantoso. Un equipo carcomido por los nervios de su eliminación
en la Copa, que no tuvo balance, no generó juego y dio enormes ventajas en
defensa. Hoy Peñarol tuvo jugadores malos y peores. Lo malos: todos, peores:
Estoyanoff, Sandoval, el japo Rodríguez, Macaluso, Pacheco y hasta Zalayeta
(aunque los dos primeros despegados por lejos).
De los
14 jugadores que entraron hoy a la cancha se salva apenas uno: Luis Aguiar, que
no siendo un jugador de marca neto, bancó solo la mitad de la cancha cuando
Cunha se mandó la gracia de expulsar a Píriz, pero además se bastó para meter 3
o 4 pases impresionantes de gol que no culminaron bien sus compañeros.
Ahora
Peñarol deberá enfrentar a Defensor en el Franzini y si no gana, habrá hipotecado
gran parte de su chance en este campeonato y por ende la chance del semestre,
ya que no queda otra cosa.
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