En la
tarde de ayer fue oficializado lo que todos sabíamos desde hace 15 días: Diego “Tornado”
Alonso es el nuevo técnico de Peñarol.
Alonso
ha sabido ganarse el cariño de la hinchada aurinegra como jugador, a pesar de
que su pasaje por la institución no fue demasiado extenso y sobre todo, a pesar
de haber vestido los colores del tradicional adversario.
Es que
Alonso demostró en cada partido y cada momento, el temple, la fuerza y el
sacrificio que exigimos los hinchas carboneros de cada jugador que se calza
nuestros colores.
Campeón
Uruguayo 2010 y vice campeón de la Libertadores 2011 con el aurinegro, ha
quedado en el recuerdo de todos nosotros como el típico jugador forjado para
defender nuestra camiseta.
Pero
ahora llega el técnico y si cuando vino Da Silva decíamos que sus pergaminos
nos parecían escasos para dirigir al campeón del siglo, no podemos ahora
cambiar ese concepto.
Los
antecedentes de Alonso como técnico marcan que dirigió a Bella Vista en nuestro
medio y al Guaraní paraguayo. A priori, no parecen demasiado para sentarse en
el banco mirasol. Esto es una realidad y no podemos cambiarla por mucha
simpatía que nos genere el tornado.
Le
cabrá a él demostrar que como técnico tiene las mismas condiciones y temple que
mostró como jugador. Hoy tiene carta de crédito.
La
tiene por haber sido jugador de Peñarol y haberse mostrado a la altura. Que los
hinchas de Peñarol le damos un voto de confianza extra a quien haya vestido
nuestros colores, es verdad. Que es injusto? Puede ser. Les guste o no a los
demás, así somos los hinchas carboneros.
Al
tomar posesión de su cargo, ha manifestado ambición. Habló de ganar el Uruguayo
y que la Libertadores es una exigencia que se ha auto impuesto porque ha
llegado al más grande. Más allá de las declaraciones “pour la gallerie” propias
de estas ocasiones, deseamos que sean motivadas por su confianza en sí mismo,
que siempre ha mostrado en grado superlativo.
Bienvenido
a casa, tornado y que se hagan realidad tus palabras.
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