En la
noche de ayer se oficializó la anunciada desvinculación del técnico Jorge Da
Silva de la dirección técnica de Peñarol, por decisión del mismo profesional.
Quienes
hayan seguido estas páginas saben que desde su designación teníamos dudas de
que fuera el técnico apropiado para dirigir al carbonero. Sus antecedentes no
nos convencían y dijimos que iba a tener que demostrar su capacidad para el
cargo.
Da
Silva ganó el campeonato y eso lo habilitaba para seguir. Nos ganó a los que
pensábamos que no tenía los pergaminos para esa tarea y nadie está más feliz
que nosotros de habernos equivocado.
Ayer
analizábamos las virtudes de Da Silva y decíamos que apostó por un esquema de juego ofensivo no tradicional en Peñarol.
Defendió jugadores que fueron muy criticados y que terminaron siendo
importantes (ej Bologna). Tuvo un saldo positivo ante el tradicional rival,
mereciendo ganar en el apertura y dándole una paliza en el clausura. Ganó la
final con autoridad, pasándole por arriba a Defensor y sin dejar el menor
atisbo de duda de la justicia de la coronación aurinegra.
Pero también analizábamos
sus errores y decíamos que en un año y medio le costó mostrar un esquema de
juego definido. Se encaprichó con algunos jugadores que pocas veces
justificaron su titularidad (ej Torres, López, Grossmüller, Alejandro
González). Desarmó el equipo que le dio el apertura y borró jugadores que
habían sido importantes (Zambrana, Raguso). Insistió con jugadores fuera de puesto (ej Aguirregaray).Le costó incluir juveniles. El caso
de Guillermo Varela es significativo, no lo puso nunca y el jugador se terminó
yendo al Manchester United que con verlo una semana, estuvo dispuesto a pagar
1.800.000 euros libres por un jugador que no era parte del equipo principal
(son tontos los ingleses o el polilla nunca vio las condiciones de Varela?).
Los motivos esgrimidos
por el DT para sostener esta decisión, pasan por las presiones experimentadas durante
el campeonato por parte de la hinchada y de la directiva. Si estos son los
verdaderos motivos, Da Silva le está dando la razón a quienes pensábamos que no
era el técnico adecuado para nuestro club.
PEÑAROL NO ES
DEFENSOR. Quien pretenda ser técnico de Peñarol debe tener el temple suficiente
para soportar las presiones propias de uno de los equipos más grandes del mundo
y que cuenta entre sus simpatizantes a más del 55 % de la población del país.
En lo personal no
creemos que las razones expresadas sean las reales, sino que se trata de una
cortina de humo para ocultar una salida estratégica. Da Silva sabe que no
cuenta con el apoyo de la mayoría de la hinchada, a la que no supo ganar en un
año y medio de conducción, lo que provocaría que ante el primer traspié, fuera
nuevamente cuestionado. Lo que hace Da Silva es irse campeón y dejar la puerta
abierta para un posible regreso. Da Silva quiere quedar en esa lista de
posibles técnicos que siempre aparece cuando las cosas van mal. Si en un futuro
a Peñarol no le está yendo bien, alguien se va a acordar de que Da Silva fue
campeón, como se han acordado permanentemente de técnicos como Aguirre, Ribas y
Gregorio Pérez, cuando las cosas venían mal.
Me surge el recuerdo
de una situación similar que se dio a fines del 93 con Gregorio Pérez. A pesar
de haber ganado el campeonato, el técnico había sido muy cuestionado por su estilo
de juego, por no tener pasado en el club en ese momento y porque el equipo,
después de haber sacado una ventaja importante, se había caído, permitiendo que
se le acercara Defensor. Gregorio mostró temple y confianza para apostar por sí
mismo y renovar el contrato. Todos sabemos cuál fue el resultado.
Honestamente no me
preocupa demasiado que Da Silva se vaya, me preocupa bastante más saber quién
lo reemplazará y sobre todo, saber cuándo se hará cargo del equipo. Peñarol
tiene poco tiempo para armar el plantel con vistas a la Sudamericana y el
inicio del apertura.
Hay importantes
contratos que renovar, ver que jugadores serán transferidos, cuales continuarán
en el equipo y a quienes se dejará en libertad de acción y también aquellos que
el nuevo técnico pretenderá que lleguen.
Se dice que el número uno
lo tiene el tornado Alonso. Habrá que ver cuál es la elección de la directiva.
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