Desde
el inició copó Peñarol el terreno, empujado por la gente y por la tribuna y por
su propia necesidad. Pero eso mismo llevó a que se jugara apurado, presionado y
determinado por la ansiedad, que hizo que el juego resultara muy entreverado y
a pesar de la posesión de pelota y dominio del juego, no se generaran chances
de gol en cantidad acorde con ese dominio.
Enfrente
un equipo chileno que jugaba por cumplir, cara contraria a la del aurinegro,
sin ningún tipo de presión. Apeló a defenderse, a hacer correr el tiempo y
perder por el menor saldo posible.
Tanto
fue el entrevero del juego aurinegro en ese primer tiempo, que apenas si se
generaron un par de chances además del gol.
La
primera fue a los 16 minutos, luego de un córner de Gallegos desde el ángulo de
Olímpica y Ámsterdam que cabecea Zalayeta y la pelota pasa apenas al lado del
palo derecho del arco chileno.
De ahí hasta
el gol, Peñarol rondó el área chilena y la pelota estuvo siempre cerca pero no
es posible contabilizar una sola chance clara.
El gol
llegó a los 38, en un tiro libre frontal por falta a Novick. Lo remató Gallegos
y su tiro no parecía llevar demasiadas pretensiones, pero la barrera se mueve,
la pelota roza el cuerpo de Zalayeta y descoloca al arquero metiéndose suave
por el medio del arco. 1 a 0 y la esperanza de que Peñarol se tranquilizara y
pudiera aumentar el saldo.
A los
42 la única de importancia de los chilenos en ese primer tiempo, a través de un
remate de Bogado que se fue por encima de ángulo superior derecho del arco de
Bologna.
Mismo
sobre el final de ese primer tiempo lo tuvo Peñarol. Un desborde de
Aguirregaray, después de varios amagues, con pase al medio que toma Novick,
solo frente al arco, pero su defectuosa definición se pierde afuera.
Peñarol
apurado, ansioso, plagado de nervios, regaló prácticamente todo el primer
tiempo sin generar chances claras. Demasiado poco para un equipo que necesitaba
golear.
El
segundo tiempo no fue diferente, por momentos lo de Peñarol fue de un desorden
descomunal pero aun así fue netamente superior a su rival.
Ya en
los primeros minutos tuvo un par de chances de gol. La primera a los 4 minutos
luego de un pase perfecto en profundidad de Zalayeta para Olivera que ingresó
solo al área por izquierda para enfrentar al arquero, pero definió mal,
prefirió el remate fuerte en lugar de colocarlo y el arquero pudo rechazar al
córner.
Un
minuto después un centro de Raguso que toca Aguirregaray al medio y Zalayeta,
que estaba debajo del arco, no puede
darle bien y la pelota se pierde apenas afuera contra la base del palo derecho.
A los 6
respondió Iquique con un remate de Díaz desde afuera que rechaza Bologna.
Peñarol
jugaba muy desordenado y dejaba espacios atrás, cada vez más expuesto al
contragolpe chileno.
Prueba
de esto es una jugada a los 14 donde quedan 5 chilenos ante 3 de Peñarol y el
remate de Bogado se fue apenas afuera contra la base del palo derecho de un
Bologna que estaba vencido.
Pero
Peñarol sacó esa mística que tantas veces nos ha dado triunfos y que hoy
alcanzó para hacer lo que debíamos pero no para que lo demás hicieran lo que
tenían que hacer. Pero me estoy adelantando al final de esta historia.
A los
26 una pelota que trae Raguso por la banda izquierda, la juega hacia el medio,
Zambrana la deja pasar y el remate de Pacheco que había ingresado, pasa cerca.
A los 29
el otro ingresado Nuñez, recibe el pase profundo por derecha, desborda en
velocidad a su marcador y mete el pase perfecto al medio, paralelo a la línea
del arco, que encuentra a Zalayeta que no tiene más que tocarla para mandarla a
guardar en el arco de la Colombes. 2 a 0 y faltaba uno más y otro en Buenos
Aires.
Acá
llegó el tercero un minuto después. Centro de Zambrana desde la izquierda, se
eleva Olivera dentro del área para sacar el cabezazo fuerte que rechaza el
arquero y el rebote lo toma Aguirregaray en el área chica, con el arquero en el
suelo y de pecho la mete en el arco. 3 a 0 y tarea cumplida por acá.
Faltaban
15 minutos y Peñarol se dedicó a cuidar el resultado y esperar noticias desde
la vecina orilla.
Tanto
fue así que desde ahí hasta el final apenas si tuvo otra jugada de peligro. Fue
a los 37 cuando un centro de Aguirregaray desde la derecha es cabeceado por
Olivera en el área, cruzado al segundo palo, apenas afuera.
Se
cerró así el partido y las noticias desde el otro lado nunca llegaron. Peñarol
ganó, goleó e hizo los goles que tenía que hacer, pero no dependía de sí mismo.
Hoy se cumplió la tarea, pero no se había cumplido en los partidos anteriores y
eso es lo que nos deja afuera.
Se
perdió la clasificación en un partido con Vélez acá que era empate y se toma un
gol casi sobre el final. Se perdió en un partido ante Emelec donde se apostó a
conservar el cero y donde todo dependía si alguna entraba. Entró una y se
liquidó.
Como
peñarolense no puedo menos que sentirme orgulloso de lo que el equipo dio hoy
sin por eso olvidar que no se clasifica en un grupo ante un Vélez que no pasa
de ser un equipo correcto, un Emelec que no es gran cosa y un Iquique que es
francamente impresentable. El principal rival de Peñarol fue Peñarol.
Lo más triste
es que se le hizo el sueño a la directiva y a buena parte de nuestra hinchada.
Ahora se pueden dedicar tranquilos al campeonato uruguayo que es lo que les
quita el sueño.
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