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miércoles, 13 de marzo de 2013

La prioridad de un grande


Desde el inicio de la temporada las autoridades del club, el DT, los jugadores y un cierto sector de la hinchada, han manifestado reiteradamente que el objetivo de Peñarol este año es el campeonato Uruguayo por sobre la copa Libertadores.

Consecuencia de esto, cuando el técnico tenía previsto reservar algunos jugadores ante Bella Vista teniendo en cuenta el escaso potencial del papal, desde la directiva se le hizo llegar el mensaje claro de que no reservara jugadores.

El primer efecto fue que Valdez, Novick y Olivera no pudieron ingresar como titulares anoche ante Vélez y que Darío jugara en inferioridad de condiciones, debiendo salir al promediar el segundo tiempo.

El segundo efecto fue que el equipo no haya podido mantener el ritmo del primer tiempo y que se haya visto ampliamente superado por un Vélez que está disputando con suplentes su campeonato local.

Todo eso llevó a una derrota que pudo ser prevenida y que nos deja complicados en el grupo. Pero eso parece carecer de importancia para muchos, puesto que "la prioridad es el Uruguayo".

Esta actitud se da de bruces con la historia y el prestigio de Peñarol. Peñarol es demasiado grande como para tener como prioridad un mediocre campeonato local. Si nuestros dirigentes hubieran tenido este mismo criterio en el pasado, no hubiéramos obtenido el reconocimiento mundial como campeón sudamericano del siglo XX, del que todos estamos tan orgullosos.

La grandeza continental y mundial de Peñarol surgió del pensamiento grande del contador Gastón Güelfi, sintetizado en su famosa frase: "tenemos que ser en América lo que Real Madrid es en Europa".

Es de perogrullo decir que el futbol cambió, que la economía no es la misma y que la brecha se ha ensanchado, pero la Libertadores del 2011 nos demostró que cuando se piensa en grande, aún en desventaja, se logran cosas grandes.

Me dirán que lo del 2011 fue casualidad, yo les respondo; ES MENTIRA. Equipos con presupuestos magros han sido campeones de la Libertadores (como los ejemplos de Once Caldas y Olimpia), pero además el mismo Peñarol ha sido campeón con presupuestos mucho más bajos que los de los rivales que le tocó enfrentar en su momento. Cuánto más que el nuestro valía el plantel del Flamengo base de la selección mundialista brasileña del 82?. Cuánto más valía el plantel del América caleño en el 87?.

Ahora, cuál es la verdadera razón de que se priorice el campeonato Uruguayo?. Tristemente, la razón es que los dirigentes están más preocupados por cortar el trienio de Nacional que por aumentar la grandeza propia. Su preocupación radica en que si el tradicional adversario logra el trienio, el año que viene van a tener que invertir mucho más que en este para cortar el posible quinquenio. La verdadera razón es que importa más lo económico que la gloria deportiva y peor aún, que están más preocupados porque los demás no logren algo que por lo que podemos lograr nosotros, en una actitud que es característica histórica de la gallina y no nuestra.

Lamentablemente este pensamiento no es nuevo. Es el mismo que nos ha llevado a embarcarnos en la construcción de un estadio que no necesitamos solo porque se entró en la manija del rival.

Pero lo más preocupante es que buena parte de la hinchada ha entrado en la misma visión mediocre. Basta ver las redes sociales para comprobar que gran porcentaje de la hinchada sostiene que es más importante el Uruguayo que la libertadores, que hay que construir un estadio como sea (y todo aquel que haga notar que no lo necesitamos, se expone a ser catalogado como gallina) y que en lugar de preocuparse por nuestro equipo, están más pendientes de los jugadores que trajo el rival.

Seguramente me hago viejo y pertenezco a una época distinta, cuando cada año la discusión giraba en torno a si ganaríamos la Libertadores ese año o al siguiente, donde nos sentíamos más que cómodos en el Centenario y poco nos importaba lo que pasaba en la vereda de enfrente.

Nuestros dirigentes hacen gala de una visión corta y mediocre, pero lo que es peor, gran parte de nuestra hinchada piensa lo mismo. Muchas veces, cuando los dirigentes se equivocan, es la presión de la hinchada lo que les hace ver su error (el ejemplo más reciente es el caso Pacheco), pero si la hinchada adolece de la misma estrechez de miras, entonces está todo perdido.


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