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sábado, 8 de agosto de 2020

Mañana hay que ganar

    

Vuelve el fútbol. Y para nosotros eso significa una sola cosa: vuelve Peñarol. Porque como hemos expresado muchas veces en estas páginas, no nos interesa ningún partido donde no juegue el carbonero. Y vuelve con el plato más fuerte, nada menos que con el clásico, que siempre es obligación de triunfo para el mirasol.

Pero Peñarol no llega bien por muchos factores. En primer lugar, por los antecedentes. Porque el mal sabor de la forma increíble en que se perdió el tricampeonato, perdura en el hincha aurinegro. La forma en que nuestra directiva regaló el campeonato al tradicional adversario desmantelando el plantel de Diego López, pesa hoy en el ánimo de la hinchada.

Tampoco se tomaron buenas decisiones al inicio de esta temporada. Hasta ahora, ninguna de las incorporaciones que se hicieron ha mostrado nivel desnivelante ni mucho menos. Recordemos: llegaron Vadocz, Acosta, Herrera, Kagelmacher, Olivera, Terans, Piquerez, Britos y Bravo. Ninguno de ellos se destacó en los partidos (pocos, es cierto) con que se abrió la temporada. Para esta reapertura del torneo, Peñarol recibirá (en algún momento) el aporte de Urretaviscaya y recuperará (también en algún momento) a Gargano, pero ninguno de ellos estará en el clásico.

Del resto de los llamados “referentes”, tampoco estará ante Nacional el “cebolla” Rodríguez, que al igual que la temporada anterior, parece que estará más fuera que dentro del campo, producto de sus consuetudinarias lesiones. Tampoco estará el “lolo” Estoyanoff, a quien Forlán ya ha demostrado que no pretende usar y nos parece bien que no lo utilice, pero no entendemos porqué se le renovó el contrario. Formiliano, otro jugador importante de este plantel, salió lesionado en el hombro en el primer partido ante Cerro. Se suponía que tenía para un mes de recuperación. Eso fue el 15 de febrero y el “tito” apenas si ha jugado en los amistosos de preparación.

Se habilitó un período especial de pases para este reinicio y Peñarol, que votó a favor, no lo utilizó para traer a ningún futbolista. A pesar de que le ofrecieron a Carlos Rodríguez, zaguero campeón uruguayo con Peñarol en 2017, en una zona donde hoy el titular es Abascal. Pero además Peñarol perdió un par de jugadores en este período. El argentino Rojas que retornó a San Lorenzo y que era el lateral izquierdo titular del equipo. También Guzmán Pereira a quien se le venció el contrato y no fue renovado.

Los antecedentes de juego (mucho más que de resultados) que el equipo mostró en sus primeros partidos oficiales tampoco son auspiciosos. Le ganó en la hora a Cerro, fue robado por Fedorczuk ante Defensor y Danubio le empató en la hora. A esto se suma una derrota vergonzosa ante Paranaense en Brasil, donde el equipo no pateó al arco y una victoria agónica de local con un gol en contra ante el modestísimo Jorge Wilstermann. No solo fueron malos los resultados, fue muy escaso el nivel de juego mostrado en esos encuentros.

Esto no se revirtió en las practicas (no podemos llamarlos “partidos” porque ninguno fue de 90´) que el equipo disputó en la preparación antes de este reinicio, donde el equipo convirtió muy pocos goles. La falta de gol ha sido el mal endémico de este equipo. No tanto porque le falte un 9, puesto que Xisco nos parece adecuado para ese rol, sino porque le falta un creador de juego, función que cumplía Maximiliano Rodríguez y que luego de su salida intentó hacer Viatri que dio una mano en ese rol y a quien también dejaron ir. Se le achaca al argentino que convirtió pocos goles (para nosotros no fueron tan pocos) pero no se le reconoce cuántos goles le permitió convertir a sus compañeros con su juego.

Hasta ahora Forlán ha mostrado muy poco como técnico para calzar los puntos para dirigir el aurinegro. Poco juego, resultados mediocres, cambios inadecuados, algún planteo temeroso como el de Brasil, un plantel que no parece bien armado. Hasta ahora no convence como técnico para Peñarol. El clásico lo puede redimir o lo puede terminar de hundir.

Dicho todo esto, mañana es el clásico y como desde aquél disputado el 15 de julio de 1900, Peñarol tiene la obligación de ganar. Nacional ya ha mostrado sus temores, fijando el Centenario en lugar del Parque Central. Esta vez no había excusas. No habrá público, no importan las obras inacabadas, no hay riesgo de disturbios, simplemente existe temor de perder en su cancha. Como en aquel único clásico del siglo XIX, donde Peñarol ganó 2 a 0 en un Parque Central que aún era del Deutscher que se lo prestaba a Nacional, ese temor de perder de local se mantiene vivo.

Mañana a Peñarol le faltará una de sus armas más poderosas, una que le ha llevado a ganar tantos partidos imposibles, a convertir tantos goles cuando ya parecía que no llegaban, una que lo ha distinguido históricamente de otros equipos y particularmente, de su rival de todas las horas. Mañana Peñarol no tendrá a su gente alentando dese la tribuna. No estará ese jugador extra, ese fogonero que hecha carbón a la locomotora mirasol para que termine arrollando al rival.

Mañana Peñarol no llega en su mejor momento, pero al igual que siempre, tiene la obligación de ganar. Porque se lo demanda su historia, porque lo necesita para encauzar un mal comienzo, porque debe borrar la triste imagen con la que cerró el 2019. Mañana Peñarol debe ganar, pura y simplemente porque es Peñarol.

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