En el día
de hoy se cumplen cien años del nacimiento del contador Gastón Guelfi, presidente
del club atlético Peñarol entre 1958 y 1973.
Fue el presidente
más joven de la historia carbonera, accediendo al cargo con 39 años de edad y
fue el más ganador de toda la historia, verdadero artífice del título de
campeón sudamericano del siglo XX, título otorgado a nuestra institución por la
FIFA.
Llegó a la
presidencia en un momento complicado. Nacional venia consiguiendo el uruguayo
en tres temporadas consecutivas y había que cortar esa hegemonía tricolor.
Guelfi, contador de profesión, se desempeñaba en la empresa de su familia “Manuel
Guelfi y cía” fundada por su abuelo. Proveniente de una familia de inmigrantes genoveses,
Guelfi era la personificación de ese ideal de superación de quien se siente
parte de su país e indivisiblemente ligado a sus orígenes.
La primera
tarea del novel presidente, cortar el ciclo exitoso del tradicional rival, fue
cumplida con todo éxito. Peñarol no solo ganó el campeonato uruguayo de 1958
sino que este fue el primer mojón para encadenar una sucesión de triunfos
locales que terminó constituyendo el primer quinquenio de oro de la institución
con 5 campeonatos consecutivos (1958-1962).
Pero Guelfi
tenía una mentalidad mucho más ambiciosa y sobre todo, adelantada a su época. Junto
con Washington Cataldi, impulsaron la creación de un campeonato continental de
clubes que se transformó en la competencia más importante de Sudamérica y una
de las más importantes del mundo.
Tomando
como modelo la Copa de campeones de Europa (actual Liga de campeones de la
UEFA) que se había comenzado a disputar en 1956, los dirigentes carboneros se
dedicaron a la tarea de difundir la idea de una copa similar en Sudamérica.
Esta idea terminó cristalizando en 1960 con la disputa de la primera Copa de
campeones de América, que hoy se ha transformado en la Copa Libertadores.
Peñarol fue
su primer campeón derrotando al Olimpia paraguayo en la final. Un equipo para
el cual Guelfi había logrado la contratación de una figura de la talla del
delantero ecuatoriano Alberto Spencer, que se transformaría en el mayor
goleador de todos tiempos de la Libertadores con 54 tantos, 48 de ellos con Peñarol y 6 con
Barcelona de Guayaquil.
Concertada
la importancia del torneo con la disputa de la llamada Copa Intercontinental
(hoy aggiornada con el nombre de Mundial de Clubes), la disputa con el poderoso
Real Madrid, campeón de Europa, dejó en evidencia las enormes diferencias entre
Europa y América y el largo camino que aún quedaba por recorrer.
Lejos de
amilanarse, el contador Guelfi trabajó con mayor ahínco en torno a la consigna “debemos
ser en América, lo que es Real Madrid en Europa”. Bajo ese modelo, construyó el
Peñarol campeón del siglo.
Peñarol
volvió a ser campeón de la Libertadores y ganó su primer intercontinental en
1961 ante el Benfica de Eusebio. Cinco años después, previa conquista de otra
Libertadores, Guelfi se dio el gusto de ver a su Peñarol campeón del mundo
derrotando al Real Madrid en Montevideo y en el Bernabeu (que por entonces
todavía se llamaba Chamartín).
Aun
quedaría la supercopa de campeones de América, ganada por Peñarol en 1969,
completando un rosario de triunfos sencillamente impresionante.
Guelfi fue
un estratega brillante, un planificador excepcional y gran negociador, a lo que
unió un don particular para las relaciones públicas. Aplico una política de
buen relacionamiento con las demás instituciones y las autoridades de la AUF y
creó la política de “barrer para adentro” donde los problemas de Peñarol se
arreglaban en casa sin que llegaran jamás a trascender los muros de la sede. Hombre
de palabra y moral intachable, marcó una época en la conducción de nuestra
institución.
Nunca quiso
ocupar otro cargo (se le ofreció ser Ministro de Economía de la Nación) porque Peñarol
siempre fue su prioridad y no quería que nadie pensara que lo usaba como
escalón para acceder a una carrera en la política. Nunca desatendió su cargo al
que desempeñó con una responsabilidad rayana en el fanatismo, ni siquiera
cuando su salud no fue la mejor y paso por más de una operación quirúrgica
mientras ocupaba la presidencia e incluso comprometiendo su propio patrimonio
personal en respaldo del club.
Literalmente
dejó su sangre por Peñarol cuando al término de la semifinal de la Libertadores
de 1961 de nuevo ante Olimpia, a los jugadores les tiraban de todo desde la
tribuna y Guelfi, que estaba en el palco de autoridades, bajó a la cancha para
compartir la suerte de sus jugadores y resultó con una herida importante en la
cabeza, causada por un proyectil.
Bajo su
presidencia Peñarol conquistó 3 copas Libertadores (1960, 1961 y 1966), dos
Intercontinentales (1961 y 1966), la supercopa de Campeones (1969), el primer quinquenio
de oro local (1958, 1959, 1960, 1961 y 1962) y agregó 4 uruguayos más (1964, 1965, 1967 y 1968) como para
dejar claro que también a nivel local nadie ganó más que él. Bajo su
presidencia, Peñarol se mantuvo 9 años invicto ante Nacional (entre 1960 y
1969).
En la
madrugada del 24 de enero de 1973, falleció de un infarto fulminante con solo
54 años y a solo tres días de una nueva elección donde era candidato. Apenas
horas antes, había concretado la llegada de Fernando Morena, que se convertiría
en el mayor goleador de los 126 años de la historia de nuestro club. Como si su
historia como presidente necesitara aún más visos de leyenda.
Hoy el
estadio de basquetbol de la institución lleva su nombre, así como una de las
tribunas del estadio Campeón del siglo, con absoluta justicia con uno de los
dirigentes más relevantes de nuestra historia, el verdadero campeón del siglo.
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