Se nos fue el “capitán de capitanes”, el gran
Nestor “tito” Gonçalves. Un joven que llego a Peñarol desde su Cabellos
natal con 21 años en 1957 y se retiró con 34 en 1970 sin haber vestido
nunca otra camiseta. Lo vinieron a buscar hasta del Real Madrid, pero el tito
nunca se quiso ir.
Para que se iba a querer ir? Si en Peñarol fue
campeón de la Libertadores 3 veces (1960, 1961 y 1966), dos
intercontinentales (1961 y 1966), campeón de campeones de América en
1969 y ganó 9 campeonatos uruguayos (incluyendo el primer quinquenio
1958-1962). Fue el capitán de capitanes, símbolo reconocible del Campeón
del Siglo como jugador que mucho hizo para traer ese título a la
institución.
De una personalidad arrolladora que influía sobre
propios y extraños, fue el patrón del medio campo. Recio, fuerte,
incansable, pero para nada negado técnicamente y siempre un caballero dentro del campo, fue protagonista
de hazañas imborrables como la remontada de Santiago ante River Plate.
Peñarol perdía 2 a 0 y era ampliamente superado.
En el inicio del segundo tiempo ingresa Tabaré González y le pregunta al
capitán “Tito y yo que hago?”. Elocuente, el gran capitán le respondió
“y yo que sé, hermano, matá a uno y después hablamos”. El final de la
historia es conocido, Peñarol ganó 4 a 2 y se consagró campeón de
América por tercera vez.
Al final del partido, todo eran abrazos y
festejos. Algún jugador aurinegro sintió vergüenza de sus lágrimas y
quiso ocultarlas, hasta que se encontró con el tito y vio al gran
capitán, al tricampeón de América, a quien había recorrido el continente
llenándose de gloria y también estaba llorando.
Fue el jugador que más partidos ha disputado con
nuestra camiseta en el pecho, entrando al campo en 574 ocasiones. Además
fue mundialista con Uruguay en 1962 y 1966. Se retiró como vivió, sin
alharaca. No anuncio su retirada, no organizó un partido de despedida.
Simplemente se fue por el túnel y no volvió más.
Pero nunca se fue de Peñarol. Continuó en la
institución como funcionario, siendo el intendente del campo de “Las
Acacias” hasta la fecha y también vinculado a la gloria deportiva a
través de su hijo, Jorge Gonçalvez, también campeón de la Libertadores
con Peñarol.
Fue protagonista de la inauguración del estadio,
llevando gallardamente una de las copas que conquistó como jugador,
junto con otros grandes capitanes aurinegros. Fue objeto de innumerables
homenajes de una parcialidad agradecida y respetuosa de su legado.
A los 80 años, hoy se nos fue el gran capitán
pero su recuerdo y ejemplo debe inspirar a las generaciones carboneras
presentes y futuras. El símbolo de un jugador que jamás claudicó dentro
de un campo de fútbol y por eso fue campeón de todo. Un hincha como
nosotros, protagonista de la más rica historia del Campeón del Siglo.
Néstor Gonçalves fue el capitán de capitanes, un
ídolo de la parcialidad carbonera, un ejemplo de jugador y persona.
Desde hoy pasa a ser un dios de la religión carbonera.
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