Y finalmente
llegó el día. Con 24 horas de retraso se inauguró finalmente la nueva catedral
aurinegra. Impresionante desde la lejanía donde ya su imponente mole destaca en
el paisaje. Emotiva desde el encuentro con la locomotora, símbolo de nuestro
origen ferroviario (aunque algunos se hayan quejado por su cesión) y el paseo
entre las glorias del club que parecen escoltarnos hacia el interior del
coloso. Imponente su fachada espejada con el inmenso escudo de club. El nombre
del estadio “campeón del siglo” y el logo, por todas partes, testimonian este
viejo sueño de muchos carboneros.
Una
obra que debió sortear mil oposiciones, desde los cuestionamientos económicos
hasta la envidia y mezquindad de diversos actores públicos y privados que
trancaron su construcción por todos los medios posibles.
Desde
estas páginas hemos reconocido muchas veces que no era nuestro principal
desvelo, pero a medida que se fue desarrollando la obra, resultó imposible no
sentirse orgulloso de tamaño emprendimiento que únicamente una institución como
Peñarol podía hacer posible en este país. Fueron más de dos años de denodado
trabajo que fue contagiando a cada hincha aurinegro a medida que el estadio se
elevaba del suelo.
Para
hacer el honor, un viejo conocido: el actual Campeón de América, River Plate de Argentina. El mismo que
inauguró el viejo estadio aurinegro en 1921 y que vino para nuestros festejos
del cincuentenario en 1941. El mismo que nos invitó a la inauguración de los
dos estadios que tuvo en su historia. El de Alvear y Tagle en 1923 y el actual
Monumental de Núñez en 1938. El mismo al que se le ganara una final épica en
1966 que significó nuestra tercera copa continental.
En los
instantes que precedieron a la parte oratoria, desde las cuatro tribunas bajó
el grito sagrado ya centenario “Peñarol, Peñarol!” que retumbó por primera vez
en el que desde hoy, será nuestro recinto sagrado.
Un
Damiani visiblemente emocionado hizo uso de la palabra y se refirió a lo que yo
creo que todo hincha de Peñarol estuvo pensando durante todo el día: en
aquellos que ya no están. Yo también hubiera querido tener hoy a mi lado a mis
viejos (a los dos) viviendo esta jornada histórica como los tuve festejando
cosas tan importantes como las Libertadores de 1982 y 87.
Fue el
turno de Morena, el jugador más grande que por mi edad tuve la suerte de ver
dentro de un campo de fútbol con la camiseta de Peñarol. La atronadora ovación
volvió a hacerse sentir en el Campeón del Siglo para recibir al goleador más
grande de todos los tiempos. Encargado de hacer simbólicamente el primer gol en
el nuevo estadio, gritado como un gol oficial en el arco de la tribuna
Washington Cataldi.
El
Himno del Campeón del Siglo nos emocionó hasta las lágrimas. “VOS SOS MI VIDA Y
RELIGIÓN. YO TE VENERO”. Sonaron también
el “Y dale dale” y el “Siete letras” (en lo personal, la mejor canción que se
haya escrito nunca para Peñarol).
La
presencia del capitán de capitanes. El gran “tito” Gonçalves, que solo jugó en
Peñarol aunque lo vinieron a buscar hasta del Real Madrid, pero jamás se quiso
ir y se retiró el día que así lo sintió sin hacer alharaca. Fue campeón de 9
uruguayos (incluido el primer quinquenio) 3 Libertadores y 2
intercontinentales, casi nada. Fue el encargado del puntapié inicial en el nuevo
campo, ovacionado con el “tito, tito” de las tribunas.
Fue
entonces el momento del ingreso de los equipos. Salieron todos los jugadores,
lo que serían titulares y aquellos que no.
Para el
inicio, Da Silva mandó a la cancha al equipo que considera el titular.
Guruceaga en el arco. Línea de cuatro con Aguirregray, Valdez, Guillermo
Rodríguez y Olivera. Mediocampo de Nández, Costa, Aguiar y Maximiliano
Rodríguez y arriba Forlán y Murillo.
Hoy no
habrá comentario de partido ni descripción de las jugadas porque el partido era
lo de menos y la emoción vivida haría imposible un relato coherente.
Peñarol
tuvo las primeras muy claras. Dos de Murillo y una de Forlán. Pero fue a los
19´que Forlán convierte el primer gol en nuestro estadio después de un remate
de Murillo, en el mismo arco del simbólico gol de Morena. A los 39´fue Murillo
a pase de Forlán el que puso el 2 a 0. A los 43´descuenta Fernández de cabeza a
centro de D´Alessandro.
El
primer tiempo se fue con Peñarol arriba 2 a 1 y ganó bien, antes de la catarata
de cambios que es regla general en este tipo de partidos y que desvirtúan
completamente el juego.
A los
2´ Aguiar la clava contra el palo derecho desde afuera del área luego de un
despeje de la defensa ante un córner. Hernán se perdió el cuarto unos minutos después
ante gran pase de Aguiar. Olivera salva un gol sobre la línea ante Iván Alonso.
El cuarto llega a los 27´por parte de
Palacios eludiendo al arquero y mandándola al fondo del arco de la tribuna
Güelfi a pase de Hernán. El mismo Palacios pudo convertir el quinto unos
minutos después.
Terminó
siendo goleada aurinegra en un partido donde fue superior a su rival que vino
con lo mejor que tenía dejando en Buenos Aires solo un par de jugadores
lesionados.
Este 28
de marzo (a exactos 6 meses de festejar los 125 años de existencia) será una
nueva fecha histórica de nuestro club y podremos decir que estuvimos presentes.
En la historia quedará también Forlán como el autor del primer gol en nuestra
nueva casa. Así como Davenport convirtió el primer gol en Casavalle en 1892,
Antonio Bartolazzo el primero de un clásico ganado 3 a 1 que inauguró Las
Acacias en 1916 y Antonio Artigas el primero en Pocitos ante este mismo River
Plate en un 1 a 1 en 1921.
Nos
vamos a dormir en un día muy especial. Donde fuimos conscientes de la fecha histórica
que estábamos viviendo y con el recuerdo permanente de nuestros padres que fueron
aquellos con los que primero nos abrazamos gritando un gol carbonero o
festejando un campeonato obtenido. Ellos ya no están, pero estuvieron presentes
durante todo el día y lo estarán cada vez que juguemos en nuestra casa.
A ellos
el agradecimiento eterno, el amor inmortal y el grito sagrado que tanta veces
le vi dar a mi papá: PEÑAROL NOMÁ!!!
Forlán festeja su gol histórico en el Campeón de Siglo
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