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domingo, 24 de enero de 2016

Peñarol está enfermo.



Peñarol está enfermo. Y está enfermo de lo peor que pueda pasarle a una institución deportiva. Está enfermo de ego, de soberbia, de arrogancia que están afectando a todos los estamentos del club.

Esta semana hemos asistido a una resolución vergonzosa de una situación muy sencilla. Bengoechea no debió ser el técnico de Peñarol, pero lo fue. Debió ser cesado después de perder la final del Uruguayo, siguió en el cargo. Debió ser cesado después del paupérrimo apertura, continuó en el puesto. Debió renunciar después del bochornoso clásico de miércoles, no lo hizo. Obligo a que la directiva lo cesara y el presidente lo hizo de la manera más burda y menos elegante posible. El capitán del club debió entender que no es prerrogativa suya mantener al técnico y se fue pegando un portazo.

Tal cúmulo de absurdos encadenados, más propios de una comedia que del proceder de una institución profesional, se explican a la luz de un solo factor: el ego que nos tiene enfermos.

El ego del presidente que le hace pensar que puede hacer y deshacer a su antojo y mentirle descaradamente a la gente pensando que los socios e hinchas somos estúpidos. Que el farol de construir un estadio que objetivamente no precisábamos, le otorga carta blanca para seguir equivocándose en lo deportivo.

El ego del ex técnico de no reconocer que su equipo no jugaba a nada desde hace más de un año y que había jugadores que no estaban para entrar de titulares y que ha marginado sistemáticamente a otros que han hecho méritos más que suficientes para ser tenidos en cuenta. Un técnico que reconoció que nunca le encontró la mano al equipo y aun así pretendió seguir en el cargo.

El ego del capitán que parece no entender que por mucho que nos haya dado y que le reconocemos y agradecemos como corresponde, su primera lealtad debía ser con el club y no con sus amigos. Un hombre que siempre hemos considerado sensato, inteligente, equilibrado, debió entender que esta actitud no le hace ningún favor a su amigo y si perjudica enormemente a Peñarol.

Cada uno de ellos debió dar el ejemplo en virtud de los cargos que ocupan. Son nada menos que el presidente, el técnico y el capitán del club y esto acrecienta su responsabilidad de pensar primero en Peñarol, dejando de lado sus egos personales.

Seguramente muchos que nos puedan leer, no compartirán estos conceptos y están en su derecho. En nuestro caso sucede que no somos hinchas de Damiani, ni de Bengoechea, ni de Zalayeta, somos hinchas de Peñarol que es más grande que todos nosotros juntos.

Estamos cansados de los egos que perjudican a Peñarol. Es hora que TODOS entiendan que PEÑAROL ESTÁ POR ENCIMA DE TODAS LAS COSAS y empiecen a actuar en consecuencia.

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