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viernes, 19 de junio de 2015

Esta pelicula ya la vimos

Pasada la calentura del fin de semana, se impone nuevamente un análisis. Al cierre de la temporada pasada decíamos que no había que tenerle miedo a las palabras y que el ciclo había constituido un claro fracaso. Lamentablemente debemos reiterar ese concepto. Una temporada donde volvimos a tener 3 técnicos, difícilmente pueda considerarse un éxito.

Para Peñarol, no ser campeón uruguayo es un fracaso. Es cierto que a diferencia de la temporada anterior, en esta se consiguió la clasificación a la Copa Libertadores, pero es muy poco para conformarse con eso y al menos desde estas páginas, no consideramos eso como un mérito sino como una obligación. Es verdad que luego del nefasto Apertura, la clasificación a la Copa estaba complicada e igualmente se logró. Lo reconocemos, pero no nos alcanza.

Luego de la renuncia de Fosatti y el interinato de Montero, vino el tema de las elecciones. Apareció la figura de Aguirre haciendo campaña por Damiani y asegurando que sería el técnico si ganaba esta opción. Estaba todo arreglado para que Aguirre fuera el técnico plenipotenciario para hacer y deshacer a su antojo. Pero Damiani ganó sin mayorías y la oposición (con buen criterio) cuestionó esta suerte de “super poderes” que se pretendía otorgar al técnico.

Cuando ya se había anunciado con bombos y platillos la contratación de Aguirre, éste se echó atrás con la excusa de que no tenía unanimidad en el consejo directivo (que técnico la consigue?). Pero no necesito “unanimidad” para irse a dirigir al Inter de Porto Alegre cuando no era la primera opción en ese equipo sino que fue contratado después de no poder acordar con otros 3 profesionales que estaban antes en la consideración de la directiva gaúcha (con acento porque no es gaucha). Por supuesto, el sueldo que gana en el Inter no es comparable al que ganaría en Peñarol. No es de extrañar este desenlace para quienes tenemos memoria y recordamos como fue la última salida de Aguirre del banco de Peñarol.

Ahí llegó el manotazo de ahogado. Apelar a un ídolo de la hinchada, con “espalda” para bancar las críticas y la desilusión de muchos por la no concreción de Aguirre. Bengoechea es, en lo personal, nuestro último gran ídolo. No decimos que es el mayor porque tuvimos la suerte de ver jugar a Morena. Desde estas páginas pedimos que Bengoechea no fuera el técnico, que no se quemara a un ídolo de Peñarol y se tuviera en cuenta la poca memoria de nuestra hinchada. Que no se volviera a realizar un nuevo experimento como habían sido los de Alonso, Gonçalves y Montero.

Por otra parte, nos parecía que Pablo no reunía aún los pergaminos necesarios para calzarse el buzo de entrenador carbonero. Algunos hechos de su gestión, nos hacen reforzar esta presunción.

Bengoechea decidió utilizar este semestre para “probar” el plantel. Pidió las mínimas contrataciones (Urretavizcaya, el pollo Olivera, Aguiar) y se arregló con lo que tenía. Cualquiera que hubiera seguido a Peñarol sabía que este plantel ya estaba más que probado. Era el mismo que se venía devorando un técnico tras otro y que había quedado a 17 puntos de su tradicional rival y comprometido seriamente la chance, no solo del campeonato, sino de la clasificación a la Libertadores.

Probando, perdió dos clásicos de verano, que podrá decirse que no son trascendentes. Que se lo digan a Matosas, Saraleguy y Gonçalves, todos cesados por causa de los famosos “clásicos de verano”

En cuanto al equipo, tomó decisiones comprometidas como dejar afuera a Nandez porque no lo iba a tener en hipotéticas finales (primero había que forzarlas y ese era el objetivo inicial más urgente). Pero terminó improvisando a Viera como volante y de todos modos Nandez tuvo que saltar a la cancha en el clásico definitorio, después de haber jugado 48 hs antes y haber viajado un día entero. No hubiera sido mejor utilizarlo todo el campeonato?.

No encontró jamás un jugador adecuado para desempeñarse en el lateral derecho. Tanto Rodales, Albín, como Sandoval (colocado por el técnico cuando ya había comprobado su ineptitud para el puesto en forma reiterada) tuvieron rendimientos decepcionantes. Pero eso no puede sorprender a nadie que conozca el plantel aurinegro. Sin embargo, el técnico no pidió un lateral derecho (tampoco lo buscó en las formativas).

Se insistió con Píriz solo en la marca. Un jugador que recupera tantas pelotas como pierde. Hizo muchos goles, es cierto, pero nunca pudo cumplir su función principal de dar solidez al medio campo porque se lo dejó solo para colocar a Aguiar. Aguiar nos parece un jugador estupendamente dotado, pero infelizmente se mostró falto de forma durante todo el campeonato. Eso, sumado al descontrol táctico del japo Rodríguez y la edad natural de Zalayeta y Pacheco que nos les permite rendir 90´, hizo de Peñarol un equipo muy vulnerable.

El tema Pacheco es un tema aparte. Nuestro capitán ya no está para jugar de titular. Lamentablemente, el único que parece no haberse dado cuenta de eso, es nuestro técnico. Pacheco es un cambio cantado porque no aguanta los 90´. Lo mismo pasa con Zalayeta y Aguiar (que los aguantan pero pierden eficacia) por lo cual Peñarol está condenado a quedarse sin cambios y dejar jugadores disminuidos físicamente en el cierre de los partidos. Esto se notó a lo largo del campeonato y fue especialmente decisivo en la final.

En los clásicos, Peñarol fue claramente superado, sobre todo en el último y los resultados fueron en realidad mejores de lo esperable a la luz de lo visto en la cancha.

Bengoechea dijo que “la cancha mandaba” pero no fue coherente con ese pensamiento. Siguió colocando a Pacheco cuando demostró que no estaba para jugar. Sacó a Leyes cuando había empezado a encontrar su juego y los goles. Insistió con Sandoval de lateral que nos ha costado más de un partido desde que llegó. Dejo afuera a Nandez y lo fue a buscar en el peor momento. Coloco a Diogo en la final cuando la cabeza del jugador estaba en otra parte (termino jugando pésimo y cometiendo un penal). Su esquema obligó a Zalayeta a jugar los 90´ de casi todos los partidos, cuando era obvio que necesitaba otra protección. Todas decisiones que hacen pensar que no es el técnico que necesita este momento del club.

Ganó el Clausura (más por ineficacia de los rivales, que por aciertos propios), logro una clasificación a Copa que estaba muy difícil, pero Peñarol jugó muy mal y perdió claramente la final a pesar del score apretado.

La situación institucional tampoco ayuda. Todos los grupos que participaron de las elecciones estaban de acuerdo en que era imprescindible re estructurar la gerencia deportiva. Sin embargo, dejaron pasar otros 6 meses para hacerlo, manteniendo en el cargo a Carlos Sánchez (de probada ineficacia para la función) que además se quería ir desde el momento que no se concretó la llegada de Aguirre.

Todos sabemos cuál ha sido el panorama institucional en los últimos años. Han pasado jugadores, técnicos, gerentes deportivos y hasta dirigentes, lo único que no ha cambiado ha sido el presidente. Este descontrol y falta de logros lo ha tenido como común denominador. Sin embargo, tenemos asegurada su presencia hasta el próximo mandato.

Cierto es también que las opciones electorales opositoras a Damiani no lograron ganarse la confianza de los socios y sus propuestas parecieron incluso mas limitadas que las del oficialismo. No ha surgido una figura capaz de hacerle frente al actual presidente y generar la confianza suficiente como para capatar los votos del electorado. Un panorama electoral flaquisimo donde la mayoría de los socios acabamos optando por la solucion "menos mala" y no por la mejor como debería ser.

Ahora vendrá la inauguración del estadio y también llega Forlán y habrá Copa Libertadores, pero los problemas estructurales de la institución seguirán siendo los mismos. Bengoechea va a seguir y si no logra buenos resultados seguramente luego del apertura (o quizás antes) ya tengamos un nuevo técnico. Porque seguimos repitiendo los mismos errores y esta película ya la vimos todos.
    

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