En el
día de hoy dejó de existir a los 70 años, el gran Pedro Virgilio Rocha, jugador
multicampeón con Peñarol, el Sao Paulo y la selección uruguaya.
Sabido
es que Pedro estaba pasando desde hace tiempo por importantes problemas de
salud que lo aquejaban. Tanto es así que se había planificado un encuentro a
beneficio entre Peñarol y Sao Paulo para ayudarlo con los gastos médicos.
Desgraciadamente este partido nunca llegó a verificarse por problemas de “agenda”
de las instituciones. Flaco gesto por parte de las autoridades aurinegras para
quien tanto nos dio.
Pedro Virgilio
Rocha, el “verdugo” como lo bautizó la hinchada aurinegra, había nacido en
Salto el 3 de diciembre de 1942. Jugó en Peñarol entre 1959 y 1970 y repasar su
historia con la aurinegra implica transitar un camino de campeonatos continuos.
Fue
figura clave en el primer quinquenio de la institución, donde solo falto al primer
año, fue tri campeón de la Libertadores y bi intercontinental y campeón de América
y 4 veces mundialista con Uruguay. Después siguió en Brasil su costumbre de ser
campeón en todos lados.
Era un
jugador completísimo, dueño de un remate formidable, calidad para el amague y
una técnica depurada, poseía también una gran agilidad y buen cabezazo, como lo
demuestra su gol ante River argentino en la final de la Libertadores de 1966
(que el mismo elegía como el gol preferido de su carrera).
El
ingenio popular lo bautizó como el verdugo, un mote que en realidad heredó de
otro grande que vistió nuestros colores: Eduardo Hohberg que pasó a ser más conocido
por el mote de “el cordobés”.
Yo no
alcancé a verlo jugar, pero mi padre (que vió todo en Peñarol desde la década de
los 30) le tenía una profunda admiración y decía que técnicamente era de lo
mejor que había visto. No era poco para alguien que había visto jugar a gente
de la talla de Schiaffino, Hohberg, Míguez y Sasía.
Pero
aún si no supiéramos nada de él, bastaría repasar su rosario de consagraciones
para darnos cuenta que estamos ante un grande:
Campeón
Uruguayo con Peñarol en 1959, 1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967 y 1968.
Campeón
de la copa Libertadores con Peñarol en 1960, 1961 y 1966.
Campeón
Intercontinental 1961 y 1966 (anotando contra Real Madrid en la victoria 2 a 0
en Chamartín).
Campeón
de la supercopa de Campeones Intercontinentales de 1969 con la aurinegra.
Pero
además: campeón paulista con el Sao Paulo en 1971 y 1975 y brasilero en 1977 y
campeón paranaense con el Coritiba en 1978.
Con
Uruguay fue campeón de la Copa América de 1967, anotando el gol de la victoria
ante Argentina que nos dio la copa. Pero además es el jugador uruguayo con más
participaciones consecutivas en mundiales, siendo seleccionado en 1962, 1966,
1970 y 1974.
Desde
estas páginas, nuestro sentido homenaje para un enorme jugador que vistió
nuestra camiseta. Uno de los que más derecho tiene a ostentar el título de
campeón sudamericano del siglo XX con el que ha sido galardonada nuestra institución.
Es una
pena que el club, en la persona de sus dirigentes, no hayan estado a la altura
de semejante gloria. Ahora es tarde para homenajes.
Se fue
el hombre de carne y hueso. Acaba de nacer una nueva leyenda eterna para
nuestros colores.
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