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viernes, 11 de octubre de 2013

Democracia aurinegra determina el si al estadio.

Finalmente en la noche de ayer, como era vox populi, la asamblea representativa aprobó el otorgamiento de las garantías que requería el BROU para la concesión del préstamo que hará posible la financiación del resto del capital que faltaba para la construcción del nuevo estadio del Club Atlético Peñarol.

Quienes nos hayan leído en el pasado saben que no hemos sido precisamente los más entusiastas defensores de la idea de la construcción de un estadio. Consideramos que el Centenario es tierra sagrada para los carboneros, puesto que es el local donde hemos dado más vueltas olímpicas desde 1932 (y no existe otra institución que haya dado tantas vueltas en ese recinto).

Pero esta polémica debe quedar de lado ahora. El estadio es un hecho y todo lo demás debe quedar de lado. Resulta gratificante ver como este proyecto ha superado todo tipo de obstáculos para concretarse. Ha recibido una enconada oposición desde los más diversos e inesperados sectores (desde los vecinos del parque Roosevelt hasta las propias autoridades del BROU).

Todos sabemos las razones de esa oposición y el por qué se le han colocado tantas trabas. En un país donde se han dado facilidades increíbles para proyectos privados de dudosa calaña, se han exigido los avales más fuertes para una obra que, más allá de ser privada, tiene un interés público para un país que pretende ser co-sede de un mundial y le proporcionará también un beneficio al ambiente del fútbol todo.

Estará en cada hincha aurinegro recordar quienes fueron y por qué razones, aquellos que se colocaron decididamente en contra de un anhelo de la institución y cada quien sabrá cómo y cuándo cobrar esa factura.

En lo personal no puedo ser hipócrita y decir que siempre estuve a favor, pero hoy siento una satisfacción muy particular de ver a mis hermanos carboneros con una sonrisa en la cara y del mismo modo, no negaré la satisfacción que me da ver a los segundones de siempre llorando por los rincones y haciendo pataletas infantiles.

Ahora serán tiempos de ver crecer y cristalizarse la obra. Serán tiempos de ansiedad para todos los hinchas esperando el momento en que abra sus puertas por primera vez. Serán tiempos de polémicas por todo: por el nombre del estadio, por quien debe ser el rival del partido inaugural, por cuántas entradas deberemos darles a los visitantes y una innumerable cantidad de etcéteras.

Se ha mantenido la tradición aurinegra que nos rige desde 1891. Una vez más, una decisión trascendente para la vida y el futuro del club se adopta en forma democrática por los socios, verdaderos dueños y responsables del destino del club. El estadio era el deseo de la gran mayoría de la parcialidad aurinegra (y lo dice alguien que no estaba a favor de la idea) y está bien que Peñarol institución la concrete en respuesta a ese clamor popular. 

En toda nuestra vida, ha sido la democracia y la fuerza popular quienes nos han hecho quienes somos. De no ser así, nuestro papel se hubiera limitado a ser el CURCC, simplemente una institución recreativa para solaz de los empleados de una empresa extranjera. Pero fue el pueblo carbonero, en el ejercicio de su soberanía democrática, quien nos hizo Peñarol desde el primer día y se les fue de las manos a los ingleses para convertirse en un club deportivo de trascendencia mundial.

El proceso que nos llevará a la construcción de esta nueva casa no puede ser más fiel a nuestra historia.

Para los carboneros es una demostración más que Peñarol cuenta con una fuerza popular que lo hace imparable. “Peñarol es una locomotora que te pasa por encima” decía la frase de 120.

Como tantas veces en nuestra historia, esta es otra victoria luchada, trabada, ganada con coraje y temple y en contra de todos. Esta es otra victoria como nos gusta a los hinchas carboneros. Una victoria “a lo Peñarol”.

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