Finalmente en la noche de ayer, como era
vox populi, la asamblea representativa aprobó el otorgamiento de las garantías
que requería el BROU para la concesión del préstamo que hará posible la
financiación del resto del capital que faltaba para la construcción del nuevo
estadio del Club Atlético Peñarol.
Quienes nos hayan leído en el pasado saben
que no hemos sido precisamente los más entusiastas defensores de la idea de la
construcción de un estadio. Consideramos que el Centenario es tierra sagrada
para los carboneros, puesto que es el local donde hemos dado más vueltas
olímpicas desde 1932 (y no existe otra institución que haya dado tantas vueltas
en ese recinto).
Pero esta polémica debe quedar de lado
ahora. El estadio es un hecho y todo lo demás debe quedar de lado. Resulta
gratificante ver como este proyecto ha superado todo tipo de obstáculos para
concretarse. Ha recibido una enconada oposición desde los más diversos e
inesperados sectores (desde los vecinos del parque Roosevelt hasta las propias
autoridades del BROU).
Todos sabemos las razones de esa oposición
y el por qué se le han colocado tantas trabas. En un país donde se han dado
facilidades increíbles para proyectos privados de dudosa calaña, se han exigido
los avales más fuertes para una obra que, más allá de ser privada, tiene un
interés público para un país que pretende ser co-sede de un mundial y le
proporcionará también un beneficio al ambiente del fútbol todo.
Estará en cada hincha aurinegro recordar
quienes fueron y por qué razones, aquellos que se colocaron decididamente en
contra de un anhelo de la institución y cada quien sabrá cómo y cuándo cobrar
esa factura.
En lo personal no puedo ser hipócrita y
decir que siempre estuve a favor, pero hoy siento una satisfacción muy
particular de ver a mis hermanos carboneros con una sonrisa en la cara y del
mismo modo, no negaré la satisfacción que me da ver a los segundones de siempre
llorando por los rincones y haciendo pataletas infantiles.
Ahora serán tiempos de ver crecer y
cristalizarse la obra. Serán tiempos de ansiedad para todos los hinchas
esperando el momento en que abra sus puertas por primera vez. Serán tiempos de
polémicas por todo: por el nombre del estadio, por quien debe ser el rival del
partido inaugural, por cuántas entradas deberemos darles a los visitantes y una
innumerable cantidad de etcéteras.
Se ha mantenido la tradición aurinegra que nos rige desde 1891. Una vez más, una decisión trascendente para
la vida y el futuro del club se adopta en forma democrática por los socios,
verdaderos dueños y responsables del destino del club. El estadio era el deseo
de la gran mayoría de la parcialidad aurinegra (y lo dice alguien que no estaba
a favor de la idea) y está bien que Peñarol institución la concrete en
respuesta a ese clamor popular.
En toda nuestra vida, ha sido la democracia
y la fuerza popular quienes nos han hecho quienes somos. De no ser así, nuestro
papel se hubiera limitado a ser el CURCC, simplemente una institución
recreativa para solaz de los empleados de una empresa extranjera. Pero fue el
pueblo carbonero, en el ejercicio de su soberanía democrática, quien nos hizo
Peñarol desde el primer día y se les fue de las manos a los ingleses para
convertirse en un club deportivo de trascendencia mundial.
El proceso que nos llevará a la
construcción de esta nueva casa no puede ser más fiel a nuestra historia.
Para los carboneros es una demostración más
que Peñarol cuenta con una fuerza popular que lo hace imparable. “Peñarol es
una locomotora que te pasa por encima” decía la frase de 120.
Como tantas veces en nuestra historia, esta
es otra victoria luchada, trabada, ganada con coraje y temple y en contra de
todos. Esta es otra victoria como nos gusta a los hinchas carboneros. Una
victoria “a lo Peñarol”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario